En julio de 2020, una resolución del Parlamento Europeo reconocía la salud mental como un derecho humano fundamental y pedía un plan de acción en la Unión Europea para 2021-2027.

Casi dos años después, en mayo de este año, la Conferencia sobre el Futuro de Europa planteaba entre sus conclusiones la elaboración de un plan como una estrategia a largo plazo, así como pasos para abordar la disponibilidad de profesionales expertos en este terreno. Sugerían, igualmente, que 2023 sea reconocido como el Año Europeo de la Salud Mental.

Desde hace mucho tiempo, los grupos políticos con peso en el Parlamento Europeo instan a la Comisión Europea a impulsar una estrategia global que ampare y refuerce las actuaciones a escala nacional en materia de salud mental. No hay competencias específicas, insisten siempre, pero sí debe existir un compromiso claro que permita hacer frente al tsunami que se avecina tras el fin de la etapa aguda de la pandemia.

Pese a estas demandas, que comparten eurodiputados y sociedad civil, la sensación es que las instituciones europeas no terminan de ver, o al menos de asumir, la necesidad acuciante de ponerse manos a la obra en este sentido. Los últimos pasos han sido absolutamente tímidos, con iniciativas dirigidas a la protección de la salud mental en el ámbito laboral o actuaciones en el contexto de la crisis generada por la guerra en Ucrania, con un programa específico de apoyo a los refugiados.

Esta misma semana, el debate ha vuelto a estar sobre la mesa del Parlamento Europeo y la Comisaria de Salud de la UE, Stella Kyriakides, ha asegurado que han iniciado su labor sobre un planteamiento global en este terreno.

Dentro de las nuevas prioridades, que pasan por mejorar el entendimiento de los problemas en este terreno y mejorar el acceso a la asistencia, quizá uno de los puntos fundamentales tenga que ver con el refuerzo de los programas de prevención del suicidio. Kyriakides detalla que se han asignado ya más de 28 millones de euros en este capítulo a los programas de asistencia sanitaria de la Unión Europea para los próximos tres años”.

Seguimos pendientes, no obstante, de pasos más decididos, de una apuesta real en forma de un plan de acción ambicioso, a la altura del reto en salud mental que tienen por delante los sistemas sanitarios europeos.


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