La relación de la profesión médica con los responsables políticos y los gestores nunca ha sido completamente idílica. Con todo, ha pasado por mejores y peores momentos, ha superado crisis económicas y grandes recortes, en parte por el enorme espíritu de colaboración y la solidaridad de quienes se plantearon una vida tratando de que los demás vivan la suya con la mayor salud posible.

En esta relación a dos bandas, han pasado por el Ministerio de Sanidad en las últimas décadas toda clase de perfiles. Algunos más sensibles a los problemas de los trabajadores del Sistema Nacional de Salud, otros más volcados en las batallas políticas… En este tiempo se han montado y desmontado toda clase de acuerdos, foros y mesas. Ninguno de ellos ha sobrevivido hasta la fecha.

Es cierto que nunca antes ni profesionales ni gestores han tenido que hacer frente a una situación como ésta.

La pandemia de COVID-19 es una prueba de fuego, un test de estrés sin precedentes que nos ha hecho ver, y nos hará ver, cuál es la capacidad de aguante de cada uno de ellos, pero hay algo que está claro.

Ante un problema sanitario como el que tenemos, en el que los profesionales lo han dado todo, no se puede concebir que sus representantes (colegios profesionales, sociedades científicas o sindicatos…), que tienen mucho que decir, queden siempre al margen de los espacios que buscan soluciones por distintas vías.

El secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) lo explica muy bien en una entrevista que publica GM esta semana. El RD 29/2020 solo ha sido la llama que ha encendido una mecha que ha crecido tras años de descuido por parte de la Administración.

A estas alturas, y después de que los profesionales hayan superado una primera oleada de COVID-19, enfrentándose a la enfermedad sin medios materiales, sintiéndose solos ante el peligro, no es difícil ponerse en la piel de sus representantes y entender que están al límite.

Por eso no pilla por sorpresa el anuncio de una huelga general que en el fondo lo que dice es: ¡basta! No puede ser que en la esfera política y en la Administración se sigan tomando medidas como si no fuera con ellos, con los profesionales. En una suerte de todo para el pueblo pero sin el pueblo que hace mucho tiempo dejó de estar legitimado.

En realidad, ese anuncio de movilización lo que pide es otra cosa. Pide abrir, por fin, un cauce de diálogo con los profesionales sanitarios y sus representantes que atienda la visión y preocupación de los médicos y empiece a verles como una parte importante de las soluciones.