Con el fin de la pandemia cada vez más perfilado en el horizonte, gracias al impulso de la vacunación, los países más avanzados en esta lucha vuelven a recuperar en su orden de prioridades su lista de retos pendientes. La Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés) ha marcado en estos días con claridad lo esencial para estos especialistas: alcanzar la “Equidad: En cada paciente. A diario. En cualquier lugar”.
Su presidenta, Lori Pierce, lo explicaba en la sesión inaugural de forma contundente. “La pandemia ha puesto de relieve las brechas en el acceso a la atención y los resultados”, sentenció. En este país, líder internacional, la lucha por la igualdad y la equidad en el acceso debe superar otra barrera, el racismo estructural que impregna también la atención sanitaria.
El 15% de los pacientes con cáncer son de raza negra, pero las personas de esta raza apenas representan un 5% de los pacientes inscritos en los ensayos clínicos, recordó Pierce.
La falta de equidad constituye un desafío para los sistemas sanitarios a todos los niveles
En nuestro país la pandemia también ha evidenciado un problema de equidad que parece crónico, junto a la fragmentación del Sistema Nacional de Salud en 17 sistemas sanitarios diferentes.
El Consejo Interterritorial, ahora semanal, a duras penas consigue sacar adelante iniciativas sin voces disonantes. Sin acuerdos unánimes, las medidas que luego llegan al ámbito regional son absolutamente dispares. Siempre se dijo que la atención sanitaria, por desgracia, depende del código postal. La vivencia de la pandemia o las posibilidades de ingreso en un hospital en caso de enfermar por COVID-19 también han venido marcadas, en las primeras oleadas, por el lugar de residencia.
La búsqueda de la equidad también es un anhelo para los gobiernos regionales dentro de su área de competencias. Un ejemplo claro es la respuesta a las necesidades de salud mental en comunidades autónomas como Canarias, donde la dispersión geográfica marca un reto claro que han asumido desde hace años: la necesidad de garantizar la accesibilidad y la equidad a los habitantes de las islas.
Mientras, a escala nacional se sigue esperando la nueva Estrategia Nacional de Salud Mental como impulso definitivo para armonizar las políticas regionales y conseguir la ansiada equidad en la atención a estas patologías que desafían ya al sistema sanitario.