Al hablar de nuevas tecnologías diagnósticas o tratamientos innovadores y su efecto positivo, en ocasiones, no se pone en perspectiva el largo trabajo hasta que se han conseguido. En el caso de la Oncología, si echamos la vista atrás hasta hace sólo unas décadas, podemos encontrar un panorama totalmente diferente en el que, en muchos tumores, la palabra cáncer era sinónimo de fallecimiento.

Pero, como recuerda Eduardo Nagore, dermatólogo y jefe clínico del Instituto Valenciano de Oncología, la clave reside en la investigación básica. Son esos primeros pasos, detalles sobre el conocimiento molecular de diferentes enfermedades, los que van abriendo puertas y allanando el camino para saber cómo funciona cada tipo de cáncer y, a raíz de esos hallazgos, ver cómo se pueden encontrar las mejores dianas terapéuticas a las que dirigirse para acabar con la enfermedad. También coincide en esta idea Miguel Martín, presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam), recordando que hace 20 años se trataba prácticamente por igual a todas las pacientes de esta patología, puesto que no se habían categorizado todos los subtipos de la enfermedad y, por tanto, se podía actuar de una manera precisa.
Y no sólo se da esta situación en cáncer. En otras, como la enfermedad de Alzheimer, aunque el avance es más costoso que en otras patologías, paulatinamente se van descubriendo más biomarcadores se espera que cambien el rumbo de la enfermedad por su utilidad en todas las fases, desde la detección precoz hasta el tratamiento.

Las terapias biológicas o CAR-T también se abren camino en patologias como el lupus, enfermedad autoinmune en la que han pasado décadas hasta que se han logrado avances que permitan progresar en el manejo de estos pacientes, con una gran interferencia en el día a día de quienes lo sufren. Por todo esto, es necesario dar importancia y tirar del hilo de cualquier avance, por pequeño que parezca. Desde el descubrimiento de una molécula que tenga una pequeña implicación en la enfermedad, hasta los efectos positivos o negativos que pueda generar un tratamiento en los pacientes.
Porque paso a paso, escalón a escalón, es como se avanza hasta la consecución de alternativas terapéuticas que realmente ayuden a cambiar la vida de aquellos que sufren enfermedades agudas o crónicas, con enfermedades que afectan notablemente a su calidad de vida. Si a esto sumamos los recursos e infraestructura necesaria, quién sabe si en unos años podremos hablar de curación para enfermedades en las que, hasta hace apenas un par de décadas, ni siquiera existía tratamiento.