Íñigo Lapetra (1973-2022) era una buena persona, de esas que proporcionan valor y ética a la profesión. En el plano profesional, como director de comunicación del Consejo General de Enfermería (CGE), fue fiel a sus principios y a su institución. Viendo cómo ha afrontado situaciones complicadas en distintas ocasiones, demostró virtudes como la justicia, la valentía, la sabiduría y la templanza. Y los que le conocían saben a qué me refiero cuando hablo de valentía y justicia.
Una muerte de alguien que sumaba siempre es temprana. Pero a Íñigo le ha llegado con apenas 48 años, y eso es muy temprano. Me da pena no haberle recordado más veces lo que pensaba de él; el coraje que tuvo y que pude expresarle al menos en una ocasión.
Lamentaré no haber podido decirle más cosas. Ahora sólo puedo expresarle a sus tres hijos y a su madre que siento su pérdida. Enormemente.
Le recordaremos como el hombre templado que fue. Como la buena persona que fue. En lo personal y profesional irremplazable. El sector pierde un estilo de hacer las cosas en el que prevalecían el fondo y las formas.
Gracias, Íñigo, por tu ejemplo. DEP.
