La incorporación de los biomarcadores a la cartera común de servicios es una propuesta que desde hace años los oncólogos llevan respaldando. Esta semana, el Senado daba un paso decisivo al aprobar una moción, impulsada por el Partido Popular.

Lo cierto es que la medicina de precisión en cáncer es una prioridad para el arco parlamentario. El diagnóstico molecular debe ser una parte más en el abordaje asistencial de los pacientes. El impacto que tendría esta decisión en los pacientes revertirá, sin duda, en el Sistema Nacional de Salud (SNS).

Para los expertos está claro que la identificación de los biomarcadores es una de las grandes revoluciones de la oncología en la última década. Una herramienta que es fundamental para la toma de decisiones en pacientes concretos. Si bien, es necesario contar con sistemas que puedan ayudar a determinarlos en la práctica clínica. Algo que es cierto que ya se está haciendo con más frecuencia, pero no de manera generalizada ni implantada.

No hay que perder de vista que el 60 por ciento de las terapias se asocian a un biomarcador genético. En este sentido parece razonable dar el impulso definitivo a la medicina de precisión. No se trata de que todos los centros tengan la posibilidad de hacer diagnósticos moleculares, pero sí que todos los pacientes puedan acceder al diagnostico y a ese tipo de terapias, allí donde estén disponibles.

El coste anual del cáncer para el SNS es de 19.300 millones de euros

Lo cierto es que es necesario dotar de más recursos a las comunidades autónomas para seguir impulsando estrategias autonómicas de esta índole. Hay comunidades autónomas con gran experiencia en este campo. Es el caso de Galicia, Valencia o Andalucía, que recientemente ha actualizado su Estrategia en Cáncer.

No se puede cerrar este editorial sin recordar que el coste anual del cáncer para el Sistema Nacional de Salud es de 19.300 millones y la aplicación de técnicas genómicas podría ahorrar, al menos, 180 millones por cada 100.000 casos.