
La primera versión de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud (SNS) fue aprobaba en el Consejo Interterritorial del SNS (CISNS) en el mes de marzo de 2006. Cuatro años después, en 2010, se actualizaba por primera vez. En 2021 se volvía a renovar, adecuándola al Plan Europeo de la Lucha contra el Cáncer y con el principal objetivo de mejorar la calidad de la atención que reciben las personas con cáncer y sus familias.
La estrategia se articula en cinco columnas maestras: promoción de la salud y prevención en cáncer, atención sanitaria, atención sanitaria a la infancia y adolescencia, datos e información de cáncer e investigación. Estos cinco pilares descansan en la hoja de ruta del Gobierno de Pedro Sánchez, que no es más que el trabajo para que nuestro estado del Estado del Bienestar sea sinónimo de prosperidad y crecimiento de nuestro país, porque allí donde cuentan con mejores estados del bienestar son los países que lideran tanto en tasas de empleo como en cohesión social.
Al hilo de empleo y la cohesión social quiero destacar en estas líneas que los avances en igualdad han venido siempre de la mano del socialismo. Porque para nosotras y nosotros la igualdad es el eje prioritario en todas las áreas también en las dos citadas. Y también en el caso de los supervivientes de cáncer, para que la enfermedad no siga castigando a los más de dos millones que hay España.
Y si bien es cierto que las mejoras en la investigación, en el diagnóstico precoz y en los tratamientos disponibles, están permitiendo mejorar la supervivencia de las personas que padecen esta enfermedad en prácticamente todos los tumores, las mujeres y hombres socialistas tenemos muy en cuenta la atención al largo superviviente y sus problemas específicos, de ahí el talante tan transversal que incorpora la estrategia.
Porque las necesidades de las personas que ha sobrevivido al cáncer son legítimas y debemos seguir trabajando por la verdadera igualdad y la no discriminación; evitar que haber tenido cáncer suponga la exclusión del derecho al bienestar emocional y físico, también en el derecho al acceso al empleo, a las pólizas de seguros o a algo tan común como poder comprar una casa a través de una hipoteca o solicitar un crédito bancario. Erradiquemos todo trato excluyente contra los pacientes y los supervivientes de cáncer.
En España no hay legislación específica en lo que se refiere al derecho al olvido de los pacientes así diagnosticados. Por ello, hemos registrado una iniciativa para que se desarrolle la normativa necesaria para determinar la aplicación de los principios recogidos en la Ley 4/2018 de 11 de junio, para otras patologías o grupos de patologías, como el cáncer, a las que puedan darse los mismos efectos excluyentes en las relaciones jurídicas. El reto, insisto, es trabajar para acabar con la exclusión de personas que han sobrevivido al cáncer, cuya única responsabilidad es haberlo padecido.
En este viaje hemos podido hablar con pacientes, familiares y con la Fundación Sandra Ibarra, especializada en el abordaje de las necesidades de los supervivientes cuando ya no hay tumor ni tratamiento. Hay políticas que se hacen desde el corazón, sin duda esta es una de ellas.
“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”. Sigamos las palabras de José Luis Borges y logremos que el derecho al olvido sea una realidad en las personas que han sobrevivido al cáncer.