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José María Martín Moreno
José María Martín Moreno

Dr. José Mª Martin-Moreno. Doctor en Medicina por la Universidad de Granada & Doctor en Epidemiología y Salud Pública por la Universidad de Harvard. Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia. Miembro del Comité Científico de Fundamed.

En el artículo de Isabella Eckerle & Benjamin Meyer en The Lancet sobre seroprevalencia del SARS-CoV-2 en focos críticos de la COVID-19, se explica lo inadecuado que supone restringir los datos a los casos diagnosticados y confirmados por el laboratorio, porque esto no refleja el verdadero alcance de la propagación o carga del virus, o su letalidad. Eso es así por la alta prevalencia de casos asintomáticos o subclínicos con infecciones leves. De ahí el interés en que se lleven a cabo encuestas de seroprevalencia mediante la detección serológica de anticuerpos específicos contra el SARS-CoV-2, para mejorar las estimaciones del verdadero número de infecciones acaecidas en una población.

“Estamos muy lejos de la inmunidad de grupo y necesitamos mantener la guardia alta”

Sin embargo, la co-circulación de otros coronavirus humanos y la reactividad cruzada, han hecho desde el principio que la detección serológica del SARS-CoV-2 no sea un reto simple. Y pese a los avances en la relativa sensibilidad y especificidad de los test, el escenario que se está viendo en las poblaciones estudiadas, que muestran una muy baja seroprevalencia (que se cifra en alrededor del 5%), justifica la necesidad de una cuidadosa validación de los resultados, incluyendo un examen de su verdadera sensibilidad (afectada por los falsos negativos) y especificidad (que puede resultar insuficiente cuando se produce una proporción significativa de falsos positivos).

“La mayor parte de la población parece no haberse contagiado”

En este artículo de The Lancet se citan los trabajos originales encabezados respectivamente por Marina Pollán y por Silvia Stringhini que informan por separado de la población representativa basada en datos de seroprevalencia en una muestra de toda España y en la zona urbana más afectada de Ginebra (Suiza), recogidas desde abril hasta principios de mayo de este año. Los exámenes se basaron en la IgG como un marcador para la exposición previa, detectada por dos ensayos para la confirmación de la exposición con resultados positivos. Para Eckerle y Meyer no pasó desapercibido un detalle: que en los citados estudios se reclutaron a participantes seleccionados al azar pero… excluyendo poblaciones institucionalizadas (es decir, residentes permanentes de residencias o casas de acogida, residentes hospitalizados o individuos reclusos en prisiones), lo cual supone una clara limitación para comprender la verdadera dimensión del problema.

Ninguno de los trabajos detectó diferencias entre sexos, y tanto los estudios de Ginebra como los de España informaron de una menor seroprevalencia en los niños comparados con los adultos.  Pero queda aún por dilucidar si esto refleja una menor susceptibilidad de los niños a la infección, o simplemente que los estudios se realizaron mientras las escuelas y guarderías estaban cerradas.

La conclusión fundamental de estas cohortes representativas es que la mayor parte de la población parece no haberse contagiado / no haber estado expuesta al SARS-CoV-2, incluso en zonas con una amplia circulación del virus.

A la luz de todo esto, Eckerle y Meyer  concluyen que cualquier enfoque propuesto para lograr la inmunidad de grupo mediante la infección natural no sólo es poco ético por principio, sino sencillamente inalcanzable. Dado que la gran mayoría de la población está inerme inmunológicamente ante la infección, la circulación del virus puede volver rápidamente a las primeras dimensiones de la pandemia en una segunda oleada una vez que se levanten las medidas y, añado yo, quizá cuando la climatología haga más proclive la transmisión del virus.

“La mayor parte de la población parece no haberse contagiado”

La situación será lógicamente distinta cuando dispongamos de vacunas efectivas y seguras, que estén ampliamente disponibles. En esos casos los estudios de seroprevalencia podrán proporcionar información sobre el alcance y la duración de la inmunidad de grupo inducida por la vacuna. Ojalá que ese momento llegue pronto por el bien de toda la población.