El Día Internacional de la Mujer y su celebración sirve de reflexión sobre lo que es realmente relevante, y el riesgo asociado. Como cada crisis, nos vamos a replantear si alguna de las inercias que mantenemos tienen sentido.

Estamos en una fase avanzada de contención de la infección por el virus SARS-CoV-2 que provoca la enfermedad COVID-19. La casi segura llegada de la pandemia y el intento de actuar de manera contundente en esta fase, merece una reflexión. Se han suspendido congresos multitudinarios sanitarios, pero también encuentro menores y reuniones de distinta naturaleza.

Infarma y el Dia Internacional de la Mujer

Algunos se preguntan por la diferencia entre recomendar no celebrar el Congreso Farmacéutico de Infarma en estos días, frente a la celebración multitudinaria por el Dia Internacional de la Mujer. Es cierto que los 30.000 congresistas de Infarma, la mayoría farmacéuticas y farmacéuticos, son personal sanitario.

Resulta imprescindible que el personal sanitario permanezca con el menor número de bajas, porque vamos a necesitar toda nuestra red sanitaria. Se iban a implantar en Infarma medidas higiénico-preventivas, pero se ha recomendado posponerlo. El Dia Internacional de la Mujer reunirá, también en Madrid, a decenas de miles de personas en su gran celebración anual.

Lo razonable y el sentido común indican que nos reunimos personas de Madrid o de zonas de España que no están en cuarentena ni aisladas.

El retraso de Infarma al 30 de Junio es un mal menor, la no celebración del Día Internacional de la Mujer, en el contexto actual, es una decisión con altos costes sociales y políticos. Además, una celebración con amplio apoyo popular no es fácilmente cancelable y no puede retrasarse, salvo al año siguiente, lo que es de facto una anulación.

Lo razonable y el sentido común nos muestran que nos reunimos personas de Madrid o de zonas de España que no están en cuarentena ni aisladas. El entusiasmo puede al pánico, y eso es una buena noticia.

Razones sanitarias

Lo explica muy bien el Gobierno: es el flujo de las personas de las zonas de riesgo lo que facilita el contagio del coronavirus. Que en Madrid se reúna mucha gente, aunque no es lo ideal, no es algo que vaya a ser una práctica de riesgo. Una cierta psicosis, no obstante, está haciendo difícil estos días encontrar aglomeraciones que solían ser habituales en pequeños locales, desde el aperitivo de las 12 a los gimnasios de la tarde.

La incógnita de la duración

Vamos a estar quizás un par de meses limitando las actividades sanitarias multitudinarias, lo que nos obligará a replantear algunas de éstas. Es un buen momento también para revisar los beneficios de la telemedicina, y evitar el desplazamiento de pacientes infectados hasta los hospitales, donde corren el riesgo de contagiar a otros enfermos.

Congresos médicos

Respecto a los Congresos médicos, cuando sea posible, es necesario impulsar los encuentros virtuales. La tecnología de las comunicaciones y videoconferencias permite un amplio abanico de opciones. Algunas son sencillas y económicas como Skype. Esto va a ser más necesario en el entorno de las empresas, que ya han dado instrucciones a sus empleados de limitar al máximo o eliminar los viajes.

En los hospitales se recomienda no mantener encuentros con personal externo, y en algunos casos se evitan sencillas reuniones de dos personas, una sanitaria y otra externa al hospital. Esto provoca ya un parón en las actividades comerciales y de cualquier tipo, cuyo impacto aún desconocemos.

Como todas las crisis, son oportunidades de replantearse cómo estamos haciendo las cosas.

Ni siquiera sabemos si el efecto de este parón sorprenderá a algunos directivos de compañías. Sin embargo, como todas las crisis, son oportunidades de replantearse cómo estamos haciendo las cosas. Si es necesario mantener encuentros, desplazarse o incluso celebrar algunas reuniones es el momento de considerarlo, más allá de la crisis.

Lo que es seguro es que habrá un “momento después” de esta crisis mundial, como en cada crisis. La reflexión es si es necesario mantener una determinada actividad, fruto de una rutina o inercia que no ha demostrado ni rentabilidad ni eficiencia.

La comparación del antes y después de la actividad será la prueba definitiva. Viajes, reuniones, teletrabajo, telemedicina… pueden ser objeto de un nuevo replanteamiento con un alto impacto en sanidad. Desde luego, muchas cosas no volverán a ser las mismas.