Opinión

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Santiago de Quiroga Editor de EG | viernes, 04 de mayo de 2018 h |

¿Cómo atender las exigencias de Bruselas de disminuir el gasto social sin arrastrar la economía?

Esta semana hemos asistido a la confirmación de las cifras de gasto sanitario vs PIB que el Gobierno envió a Bruselas tras aprobarlo el Consejo de Ministros el pasado 27 de Abril, dentro del Programa de Estabilidad del Reino de España 2018-2021. Este dato ha sido objeto de especial atención por todos los partidos políticos en los últimos tiempos. De hecho, en las pasadas elecciones, PSOE, Podemos y C’s hacían referencia en sus programa electorales a la inversión en sanidad vs PIB. Todos coincidían en la necesidad de incrementar la inversión, incluso llegando a concretarla, como aludían los socialistas al mencionar el 7% del gasto sanitario vs el PIB. La realidad es que vamos a ir bajando la inversión en sanidad desde el 5,87% previsto para 2018 hasta el 5,59% para 2021. Las reacciones de la oposición no se han hecho esperar: el primero en ofrecer declaraciones a EG ha sido el portavoz en el Congreso, Jesús María Fernández. Lo califica de un escenario que la sanidad no puede soportar. En este misma edición, diversos economistas rechazan el “maná” del presupuesto finalista, y dan en la clave por varias razones, la más obvia: que un presupuesto finalista insuficiente sigue siendo insuficiente. ¿Cómo atender las exigencias de Bruselas de disminuir el gasto social (pensiones, sanidad…) para que el déficit no vuelva a arrastrar la economía? ¿Cómo hacerlo sin echar la culpa al despilfarro del pasado, en el que cayeron todas las CC.AA. de uno y otro signo político? No es una papeleta fácil, y lo hemos visto con las pensiones. La sanidad tiene un inconveniente adicional: se gasta al margen de lo que se presupuesta; uno no podría cerrar un hospital porque la actividad asistencial debe continuar. Como también deben hacerlo la innovación o la necesidad de personal sanitario. Hasta que no haya un pacto y un objetivo común, seguiremos dando palos de ciego tratando de contentar (o calmar) a Bruselas, sin volver a un déficit que no le conviene a España. Pero debemos hacer presupuestos realistas y tomar decisiones difíciles, que tengan en cuenta a la sociedad: quizás deberíamos preguntarnos si queremos más recursos en sanidad o más funcionarios y estructuras del estado duplicadas.