Ahora que la Unión Europea decide el futuro de la cooperación en HTA, la iniciativa Beneluxa ha presentado pruebas fehacientes de que los países pueden negociar conjuntamente
| 2018-09-07T13:52:00+02:00 h |

Desde que Neil Alden Armstrong pisara la luna, la histórica frase de ‘un pequeño paso para el hombre…’ se ha empleado en multitud de situaciones. No resulta descabellado traerla a colación del primer caso de éxito trasladado a los pacientes de la denominada iniciativa ‘Beneluxa’, que agrupa en objetivos comunes de política farmacéutica a cinco estados miembro de la Unión Europea: Luxemburgo, Holanda, Bélgica, Austria e Irlanda.

El acuerdo sobre Spinraza que desde principios de este mes beneficia a los pacientes de dos de esos cinco países (Holanda y Bélgica) es un ejemplo pionero de colaboración entre países de la UE en el área farmacéutica. Ahora que el futuro de la cooperación en materia de evaluación de tecnologías sanitarias, más conocida como HTA, pende entre otras cosas de la capacidad de los estados de dejar a un lado el principio de subsidiariedad, la iniciativa Beneluxa presenta pruebas fehacientes de que los países pueden negociar conjuntamente.

Ciertamente, una de las lecciones que se extraen del trabajo realizado hasta la fecha es que esa cooperación necesita, como premisa ineludible, cierta similitud entre sus firmantes: características socioeconómicas, tamaño, PIB, necesidades… La idea de una cooperación a nivel europeo está muy lejana, pero la colaboración entre nodos de estados más pequeños es factible. El mensaje ya habrá llegado a los países firmantes de la declaración de La Valeta, la otra cara de la moneda de la cooperación transfronteriza en farmacia. Lastrada por una evidente falta de consolidación institucional, esta experiencia está muy lejos de disponer de un marco regulatorio que pueda garantizar la aplicación de los resultados de una negociación.

Los firmantes de La Valeta tienen otra lección que aprender de sus socios de Beneluxa, iniciativa que también ha demostrado que sería impensable sin la confluencia de la industria. La idea de que otra relación estratégica es posible, seguramente, implica algo que la consejera de Salud de Baleares, Patricia Gómez Picard, indicó durante su visita en unos desayunos socio-sanitarios organizados por Europa Press: que es preciso considerar a la industria farmacéutica, no como un mero proveedor del sistema, sino como un verdadero ‘socio estratégico’ en salud.

El acuerdo sobre Spinraza es un ejemplo pionero de cooperación entre países de la UE en el área de farmacia