| viernes, 26 de julio de 2019 h |

La cada vez más constante llegada de innovación y, en consecuencia, cambios en el abordaje clínico de muchas patologías hace, más que nunca, que la formación continua de los profesionales sanitarios sea necesaria. Acudir a congresos, encuentros formativos o charlas profesionales son labores obligatorias hoy en día para que los clínicos puedan realizar su labor con calidad y dar el servicio que el paciente y la sanidad en general necesita.

En España, y en casi la totalidad de los países de nuestro entorno, esta formación en la mayoría de los casos se da gracias al patrocinio de la industria farmacéutica; una colaboración que desde 2016 goza de total transparencia gracias a la aplicación del Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica, a través del cual las compañías hacen públicas las transferencias que realizan tanto a organizaciones, como a profesionales, para estas tareas formativas.

Se trata de un intercambio que, además de transparente, beneficia a todas las partes. “Los profesionales sanitarios actualizan y mejoran sus conocimientos sobre medicamentos; la industria farmacéutica puede incorporar la experiencia científica y clínica de los sanitarios a su labor de investigación y el sistema sanitario dispone de profesionales de vanguardia del conocimiento de la investigación biomédica internacional, así como constantes mejoras farmacológicas”, asegura José Zamarriego, director de la Unidad de Supervisión Deontológica de Farmaindustria.

En un contexto de aumento del gasto sanitario y de búsqueda de su optimización por parte de las autoridades sanitarias de toda Europa parece poco probable que pueda ser la propia administración la que corra con la cuenta de una formación que cada vez se perfila como más obligada. Así, con los datos transparentados y la formación disponible para los profesionales, no parece que este sistema pueda ponerse en duda.

La transparencia en las transferencias para las formaciones hace que el sistema no pueda ponerse en duda