Alrededor de siete millones de españoles tienen incontinencia urinaria (IU). A edades avanzadas, llega a alcanzar hasta a un 75 por ciento de la población. Especialistas y profesionales de atención primaria saben a ciencia cierta que se trata de una epidemia silenciosa con una gran repercusión en la calidad de vida del paciente. Para hacerle frente, y en el contexto del Día Internacional de la Incontinencia Urinaria, celebrado el 14 de marzo, la Asociación Española de Urología (AEU), la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) han presentado un decálogo que pone el foco en la necesidad de llevar a cabo campañas de concienciación constantes. Para Manuel Esteban, presidente de la AEU, es fundamental “hacer un esfuerzo para sensibilizar a la población sobre esta enfermedad”, ya que “la incontinencia urinaria no es un hecho normal en ningún caso, y siempre debe buscarse una solución”.
Situación reversible
El decálogo recoge datos como que la mitad de los casos no reciben un tratamiento adecuado y que en la mayor parte de los casos es una situación reversible. De partida, apenas una tercera parte de los afectados acuden a la consulta.
Para Antonio Fernández-Pro, presidente de SEMG y responsable de su Grupo de Nefrourología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), asegura que aunque la IU no es una enfermedad grave, produce una pérdida de autoestima y un aislamiento social. El portavoz sugiere hacer una búsqueda activa de la misma, y recuerda que su diagnóstico resulta sencillo. Basta con la historia clínica, valoración general y exploración.
Una vez confirmado el diagnóstico clínico de IU no complicada, no son necesarias más pruebas diagnósticas para iniciar un tratamiento conservador, recuerda. Con síntomas leves o moderados pueden tratarse en primaria, remarca. El tratamiento conservador no farmacológico constituye el abordaje principal de la IU. Deben realizarse las intervenciones médicas adecuadas dirigidas a controlar aquellas comorbilidades que se relacionan con el desarrollo o empeoramiento de la sintomatología de la incontinencia.
Revisar la medicación
También se recomienda ajustar la medicación que pueda ser responsable del empeoramiento de la sintomatología de la IU, expone. El especialista añade que la evaluación inicial de los pacientes con pérdidas involuntarias de orina, realizada por el médico de familia, tiene como objetivo, además de identificar, clasificar y cuantificar la gravedad de los síntomas y la repercusión sobre la calidad de vida de la incontinencia, la identificación de los pacientes con una incontinencia complicada que van a precisar una derivación a un servicio especializado hospitalario para su abordaje específico.
Asimismo, añade que la incontinencia complicada se da en pacientes que presentan una serie de problemas y comprende pacientes con incontinencia recurrente tras cirugía previa fallida, con prolapso de órganos pélvicos en mujeres, tras prostatectomía en varones, incontinencia total y/o con síntomas asociados, como dolor, hematuria, ITU recurrentes, historial de radioterapia pélvica o de cirugía pélvica radical o sospecha de fístula, entre otros casos.
En muchas ocasiones, la IU aparece como una secuela tras el parto, aunque no siempre se produce. Para prevenirlo destaca que resulta interesante tomar medidas de rehabilitación del suelo pélvico posterior. En estos casos, con una buena rehabilitación y fortaleciendo el suelo pélvico es posible minimizar el problema.