La transparencia: un medio ético para el sector y un fin recaudatorio para Hacienda

Medios y fines son términos que aclaran las verdaderas intenciones de las personas o de las entidades. En ocasiones permiten quitar las caretas y mostrar dichas intenciones. Y eso es lo que está ocurriendo con las transferencias de valor y la apertura que está llevando a cabo la industria farmacéutica en relación a los médicos. El presidente de Facme, Fernando Carballo, está librando una de las batallas de mayor relevancia para el profesional de la medicina, y en especial, para el profesional que realiza formación continuada, que acude a congresos y que actualiza conocimientos para su práctica médica. Las ideas evolucionan con la sociedad, y atrás han quedado las actividades lúdicas que pudieron celebrarse con el pretexto de un congreso. Las vacaciones pagadas deberían tributar, pero ya no estamos en un contexto de combinar trabajo y placer, y Hacienda busca excusas que muestran, una vez más, la voracidad recaudatoria.

La consecuencia de esta situación es que Hacienda va a meter mano en la declaración del IRPF que se hará en 2018. Y los médicos que reciban alguna transferencia de valor deberán saber que tributarán al tipo impositivo correspondiente: su formación va a estar sometida a impuestos. Farmaindustria está apoyando a los médicos en este asunto, pero algunas voces indican que es una cuestión de Hacienda y los médicos, donde las compañías son meros pagadores. Indudablemente, la transparencia es buena y nadie la ha cuestionado, ya que se trata de una corriente global que el sector farmacéutico en España ha abanderado. Sin embargo, la actividad de Hacienda puede acabar con la formacion médica continuada en España, al menos como está concebida ahora. La transparencia es una herramienta para un medio: fomentar la ética en un sector que trabaja con profesionales que toman decisiones con un impacto económico. Pero también es un fin alejado de estas cuestiones: Hacienda quiere obtener un rédito fiscal, sin pensar en que el médico de su inspector puede estar peor capacitado para atenderle, fruto de una deficiente formación que nos obliga a obviar las citas científicas. Claro está, la madre del inspector, si éste goza de buena salud y no requiere de un médico, es la que puede perjudicarse. Junto al resto de madres, padres, personas y resto de habitantes de este país. Nos preocupa la asistencia universal, que nadie se quede sin un médico, pero no nos preocupa tanto la formación del médico. España entera va estar jodida, perdonen la expresión: no sé si me preocupa más la escasa formación de los médicos que nos atenderán, o el estado de enfado permanente del profesional que se apoyaba en una formación con un modelo que funcionaba, y que dejará de tener.

Mientras tanto, el Senado abre la puerta a un Pacto de Toledo, ya que el PP y el PSOE se han puesto de acuerdo en promover una iniciativa con todas las fuerzas parlamentarias en relación a la Sanidad. Eso sí, en el Congreso no estaban tan en sintonía, a juzgar por las críticas en relación a la hepatitis C. Todo es mejorable, hasta la transparencia de las CC.AA que han puesto sobre la mesa. Pero España ha sorprendido al mundo y es el país que está en mejor disposición para anunciar la erradiación de la hepatitis C. Unos países hablan, y otros actúan. Al César, lo que es del César.