| viernes, 12 de julio de 2019 h |

No hace demasiados días diferentes responsables de distintas administraciones coincidían en una idea de perogrullo: la innovación, para ser útil, debe llegar a la sociedad. La obviedad, sin embargo, conllevaba una crítica implícita a la industria farmacéutica por su interés legítimo de capitalizar su esfuerzo investigador. Pero esta idea, cual boomerang, se puede volver en contra de las propias administraciones si se analiza la incapacidad del panorama político para acomodarse a la pluralidad de partidos y formar gobiernos.

La ciencia no se para por unas elecciones y las administraciones tienen que abandonar el periodo de en funciones para acometer las reformas necesarias para que esas innovaciones no se queden huérfanas de beneficio social. Una de las peticiones reiteradas —y remarcadas con intensidad esta semana— es la necesidad de incluir en la cartera básica de servicios a los biomarcadores. Huyendo de instancias farragosas, en síntesis, lo que se le solicita al Ministerio de Sanidad es que coja al toro por los cuernos. El Plan de Cáncer no puede seguir esperando a que un alineamiento de los astros permita la formación de un Gobierno nacional y la estrategia de Medicina Personalizada que fraguó con tanto éxito el Senado no se merece el desprecio de seguir cogiendo polvo en un cajón.

La ciencia no descansa y aprende de sus limitaciones cuando estas quedan al descubierto. Prueba de ello es que al ver el recorrido de las CAR-T, esperanza de futuro para las neoplasias hematológicas pero con limitaciones cuando éstas son sólidas, los científicos buscan cuadrar de nuevo el círculo para permitir que la esperanza no se quede estancada. Hoy ya se empieza a hablar de los TRuC, un cimiento incipiente que hay que tomar con cautela aún pero que puede volver a revolucionar el campo de la oncología.

Aunque esta terapia es aún futuro a largo plazo existe mucha innovación que necesita de un liderazgo claro del Ministerio para acompasar las estrategias en todas las comunidades autónomas. Reconocía la directora de Farmacia de Sanidad que el Plan de Terapias Avanzadas consta de cuatro grupos de los que falta por conformar uno. ¿Adivinan cuál es? Sí, están en lo cierto; aquel que se encargará de poner un radar a la innovación para ordenar su llegada al Sistema Nacional de Salud según las necesidades del mismo.

Faltan menos de diez días para que se celebre el debate de investidura en el Congreso de los Diputados. El partido más votado se encuentra en una situación similar a la de las CAR-T con los tumores sólidos: necesita encontrar una nueva innovación en las negociaciones para que éstas lleguen a buen puerto. En los últimos tres meses se ha podido comprobar que la fórmula usada no funciona por lo que toca reimaginar. Si no lo consiguen y tenemos que volver a convocar elecciones estaremos ante la constatación de un fracaso. El país no se puede permitir que los juegos de despacho frustren la necesidad de desarrollar políticas que brinden a los ciudadanos la posibilidad de abrazar a la innovación. Esperemos que no llegue a ocurrir.