Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 23 de noviembre de 2018 h |

Jaime Espín y Jorge Mestre son economistas de la salud y co-autores del artículo Projecting Pharmaceutical Expenditure in EU5 to 2021: Adjusting for the Impact of Discounts and Rebates, cuyo objetivo ha sido proporcionar, para todos los actores que puedan estar interesados, expectativas más realistas del gasto farmacéutico. EG ha hablado con ellos sobre algunas de las implicaciones de este trabajo.

Pregunta. ¿Qué mensaje querrían trasladar a los gestores preocupados por el gasto farmacéutico, a la luz de los resultados obtenidos con su investigación?

Respuesta. Si tenemos en cuenta los descuentos y devoluciones, las previsiones del crecimiento de gasto farmacéutico son menores que para el gasto sanitario, y en línea con el crecimiento económico. Hay que concentrarse en cómo se gasta el presupuesto, especialmente teniendo en cuenta la futura incorporación de fármacos de alto impacto.

P. ¿Hay algo en su trabajo que les haya llamado particularmente la atención?

R. Por primera vez, pone de manifiesto con datos que la diferencia entre gasto “neto” (lo que realmente paga el erario público) y “bruto” se está incrementando, aunque también es cierto que las limitaciones por la falta de información (“comercialmente sensible”, por otra parte) no nos deja saber exactamente lo que gastamos en medicamentos. Sorprende, especialmente, la cantidad de acuerdos confidenciales existentes.

P. ¿Ha llegado la hora de relajar la presión o de replantearse los objetivos globales de política farmacéutica en relación al gasto?

R. Creemos que sí. Hay que pensar en maximizar los resultados en salud, sujeto eso si, a la restricción presupuestaria. El gasto (¡o inversión!) farmacéutico es un input en la función de producción, y tenemos que buscar el mix óptimo de todos los factores. Si solo controlamos un factor sin tener en cuenta la relación con otros factores, no seremos eficientes.

P. ¿Cuál debería ser un ratio sostenible para el crecimiento del gasto farmacéutico, o cómo podría calcularse?

R. La respuesta no es sencilla porque no existe receta mágica para calcular el ratio de sostenibilidad, que sin duda dependerá de muchas variables (crecimiento económico, resultados en salud, etc.). Sin embargo, el gasto farmacéutico es un input, y el gasto sanitario “compite” con otros presupuestos (educación, pensiones, sociales, etc.). Necesitamos una visión global (y no de estanco) para afinar mejor donde tenemos que gastar el presupuesto. Y tenemos que estar pensando en resolver preguntas al estilo de “y cuánto estoy dispuesto a pagar por…” teniendo en cuenta el coste de oportunidad (lo que gastemos en una partida no podremos gastarla en otra), por lo que la eficiencia tiene que ser un principio de toda inversión en sanidad.

P. ¿Qué opinan de acuerdo del gasto/PIB español?

R. Conceptualmente, no creemos que relacionar los crecimientos de gasto farmacéutico y crecimiento económico tenga mucho sentido. ¿Por qué al crecimiento del PIB? ¿Lo hacemos así sostenible? Sin embargo, entendemos que esta política pueda considerarse “atractiva”… Al final, el gasto farmacéutico estará más o menos controlado. Otra cuestión será qué se hará con los fondos, si es que se excede el techo. Independientemente de si es una política óptima o no, si se usa, creemos que debería excluir a los productos innovadores con alto valor terapéutico, como Reino Unido y Francia, que han introducido excepciones para estos fármacos, para no ser “penalizados”.

De todas formas, lo que sí parece es que el gasto farmacéutico en España está sobre la media de los países de nuestro entorno. Se ha observado un repunte en los últimos años en el gasto, después de fuertes bajadas en el periodo 2010– 2013. Las medidas de contención tuvieron su impacto. Ahora, eso sí, parece que la tendencia vuelve, como era de suponer, si no se “controla” con medias combinadas desde la oferta y la demanda.

P. ¿Por qué la política farmacéutica, a pesar de ser uno de los campos más regulados, funciona en base a datos limitados?

R. Es un compendio de razones; sería imposible identificar una sola. Creemos que hay una falta de voluntad política de transparentar datos para que se puede hacer estudios (como, por ejemplo, de utilización y consumo de medicamentos). La situación es especialmente compleja en nuestro contexto nacional, donde los estudios pueden sacar a la luz diferencias regionales que serán utilizadas como instrumento político.

P. ¿Por qué el gap entre precios netos y brutos está llamado a incrementarse?

R. Existe una tendencia por parte de los gobiernos a utilizar el sistema de precios de referencia internacional (SPRI) para fijar el precio de los medicamentos, lo que incrementa el interés por parte de la industria a tener precios “ficticios” altos en los países porque luego se utilizarán de referencia en otros países en momento de negociación de precios; sin embargo, una vez fijado el precio de lista (precio notificado en España), se fijará un precio de financiación más bajo más los descuentos que se quieran dar a los países (en Europa) o comunidades autónomas (en España) de acuerdo a distintas variables (volumen de venta, nivel de renta, etc.)

P. ¿No es posible que los descuentos decrezcan en el tiempo?

R. Todo lo contrario; la tendencia es a aumentar porque existe también una mayor tendencia a utilizar el SPRI por otros muchos países, lo que aumentará el interés por tener precios de lista altos para después ofertar descuentos.

P. Descuentos transparentes, ¿sí o no?

R. Desde nuestro punto de vista, los descuentos son la consecuencia perversa de la regulación de precios basada en precios internacionales de referencia. Al final, hay poco interés por todas/muchas partes involucradas para que la información no se haga pública lo que aumenta las asimetrías de información, con sus efectos nefastos en la competencia. También hay que clarificar en el debate sobre “transparencia” dos conceptos: la transparencia en el proceso y la transparencia en el precio. Lo primero se da por supuesto, aunque hay margen de mejora. Lo segundo se conseguirá si nos ponemos todos de acuerdo, y los precios reflejan se fijan en relación a su valor terapéutico añadido.