Alberto Cornejo Madrid | viernes, 30 de junio de 2017 h |

Cuando el objetivo es reflejar en las siguientes líneas la obra y vida de Francisco Zaragozá —y sobre todo los méritos por los que el jurado de los Premios Fundamed & Wecare-u ha querido reconocer su trayectoria en Farmacia —, el redactor parte de inicio con ciertas dificultades y facilidades.

Empezando por lo complicado, por muy extenso que sea el espacio disponible existe el riesgo de no poder reflejar plenamente todo su curriculum y reconocimientos recibidos (al que ahora se suma el otorgado por Fundamed & Wecare-u). Las facilidades vienen determinadas porque, ante personalidades así, sobran las presentaciones. Aquel que no conozca quien es Paco Zaragozá —con su permiso— y cuál ha sido, es y será su contribución a la Farmacia española, o bien no tiene relación alguna con esta profesión o se ha equivocado de medio de lectura.

Empecemos con lo que el propio protagonista quiere ser conocido “por encima de todas las cosas”: farmacéutico. “Siempre me he sentido muy orgulloso de ser farmacéutico, de decirlo y de trabajar en torno a algo tan bonito como es el medicamento”, exponía minutos después de recibir el galardón de manos de Santiago de Quiroga, presidente editor de Wecare-u, y José Luis Rodríguez Dacal, presidente de FEFE.

Sigamos con aquello que más tiempo le ha ocupado —cerca de cuatro décadas— en su vida profesional: la docencia y la investigación (está al frente de la vocalía nacional del ramo del CGCOF desde 1986 y director del departamento de Farmacología de la Universidad de Alcalá). En este aspecto, él mismo hace la aclaración, adelantándose a posibles puristas de los números. “Es cierto que la mayor parte de mi docencia la tengo en Medicina, pero nunca he olvidado mi origen; la Farmacia. Tengo dos despachos, uno en la Facultad de Medicina y otro en la de Farmacia, pero todo el mundo sabe que de este último no me arrancan”, expuso el galardonando. No hay dudas en cuál de ellos lucirá el premio concedido por Fundamed & Wecare-u.

Hay quien alude a la brecha existente entre la docencia y la práctica sobre el mostrador. El profesor Zaragozá —como es nombrado por muchos compañeros de profesión— aboga por romper estas distancias. Lo hace en primer término sin barrer para casa al reconocer que “lo que se practica a diario (en oficina de farmacia) siempre es mucho mejor que cualquier teoría”. Por otro, predicando con el ejemplo y tirando de “dualidad”, como él lo define: “el trabajo de mi mujer (titular) me ha permitido bajar a la arena, ver cómo se trabaja con el paciente en la farmacia comunitaria, qué criterios de actuación se emplean, etc.

Todo ello descartando, en todo caso, el caos. “Los estudiantes salen perfectamente preparados de la universidad. Quien diga que hace falta más farmacia comunitaria en los planes de estudio es porque hace mucho que salió de ella”, indicaba Zaragozá en una entrevista ‘A la contra’ concedida a EG. Una entrevista en el que este talaverano, y como buen maestro, insistía en que dentro de sus asignaturas pendientes se encuentra “saber más”. “Nunca se sabe lo suficiente”, argumentaba.

Hay ciertos méritos difícil de encuadrar en un currículum, al no estar ligados a puestos ni periodos concretos. Es el caso de ser “voz autorizada” en el sector, en especial cuando se habla de investigación. Busquen eventos profesionales celebrados en el último año —por acotar— cuyos programas científicos incluyesen mesas redondas sobre un asunto tan de ‘moda’ como los medicamentos biológicos o bosimilares. Si Zaragozá no participó como ponente en ellas, desconfíen.

Avisó este catedrático en su discurso que “tener muchos años permite decir lo que uno percibe”. La modestia le llevó a justificarse en la edad… Cuando es el saber lo que ya le otorga ‘carta blanca’.