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Santiago de Quiroga Presidente Editor de EG | viernes, 04 de enero de 2019 h |

Las distintas iniciativas puestas en marcha para corregir el factor de la interpretación en las evaluaciones del beneficio clínico son necesarias. El marco regulatorio actual es correcto pero hay un espacio libre que no está adecuadamente identificado y que provoca variabilidad en las evaluaciones del beneficio clínico y complica establecer el valor adecuado de la innovación. No es una tarea sencilla, y debe abordarse de manera especializada desde las Sociedades Científicas, como se hace desde la oncología. Ante esta ausencia de establecimiento del valor de los medicamentos, las principales organizaciones oncológicas internacionales (ESMO, ASCO, NCC) han desarrollado diferentes herramientas con las que definir el valor relativo de los numerosos tratamientos disponibles para el paciente de oncología. Sin embargo, y a pesar de la calidad científica de todas estas iniciativas, no se obtiene consenso ni uniformidad en los resultados obtenidos entre ellas. Por lo tanto existe una necesidad real de explorar nuevas fórmulas para abordar el valor de las terapias oncológicas. La consejera de Sanidad de Cantabria habla en este número de EG de identificar el coste de los servicios que se prestan, lo que incluye también establecer el valor de la innovación de manera precisa. SEOM tiene entre sus objetivos un grupo de trabajo que analice las guías de ESMO y ASCO. También la Fundación ECO está creando un comité permanente de oncólogos, economistas y otros expertos con el objetivo de establecer directrices que corrijan la variabilidad de las guías disponibles, y que el beneficio clínico pueda ser evaluado con más precisión.