El Global Madrid | jueves, 20 de septiembre de 2018 h |

El director ejecutivo del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, Peter Sands, ha pedido al Gobierno de Pedro Sánchez que España vuelva a ser un socio donante, recordando que desde el año 2010 no ha realizado ningún tipo de contribución. Aprovechando una visita a nuestro país, Sands se reunió con representantes del gabinete de Sánchez y del Ministerio de Sanidad para avisar de que, con los actuales presupuestos que maneja, no se podrán erradicar estas enfermedades de cara al año 2030.

“En el pasado España ha sido un contribuyente fundamental, pero hace ocho años que se ha retirado y es necesario que vuelva a ocupar el lugar que ocupó”, apuntó Sands. De hecho, según el último informe del Fondo, presentado la semana pasada en París (Francia), España sigue situado como el duodécimo donante público en términos acumulativos, a pesar de que dejó de aportar en el año 2010. Hasta entonces, y desde 2002, nuestro país donó más de 600 millones de euros (723 millones de dólares).

En su cuenta de Twitter, Sands resaltó los resultados de la reunión mantenida, entre otros, con la ministra de Sanidad, María Luis Carcedo, y el secretario general de Sanidad, Ricardo Campos.

Logros y retos del Fondo

Hasta ahora, las inversiones en salud financiadas por el Fondo han permitido salvar la vida a 27 millones de personas. Sólo en 2017 las intervenciones realizadas por el organismo permitieron a 17 millones de personas acceder a las terapias antirretrovirales para el VIH, diagnosticar y tratar de tuberculosis a 5 millones y distribuir 197 millones de mosquiteras para prevenir la malaria en zonas endémicas.

Estos avances no han mermado los retos. Por ejemplo, y aunque se han reducido en un 40 por ciento las muertes por VIH y en un 43 por ciento las nuevas infecciones, todavía se siguen produciendo dos millones de contagios cada año, especialmente en mujeres adolescentes. “Cada día unas 1.000 mujeres jóvenes se infectan del sida”, alertó Sands, para explicar que las causas de estos contagios se explican por las barreras en el acceso a los servicios esenciales de salud, las desigualdades económicas, educativas o por la violencia sexual que se ejerce sobre ellas en diferentes países del mundo. Por ello, ha subrayado la necesidad de que, en el caso concreto del VIH, se incrementen las inversiones para mejorar las estrategias de prevención.

Algo parecido está ocurriendo también con la lucha contra la malaria, una enfermedad de la que se han conseguido reducir en un 42 por ciento las muertes pero de la que siguen aumentando los casos, como consecuencia de la aparición de resistencias a los medicamentos y a los insecticidas que se utilizan para las mosquiteras y a la reducción de la financiación.

La urgencia de un “cambio radical” es mayor, si cabe, en el caso de la tuberculosis. A nivel mundial la tasa de disminución de la incidencia de tuberculosis ha sido lenta, de un dos por ciento anual entre los años 2000 y 2016, debido principalmente a la baja notificación de casos. Además, se estima que de los 10 millones de personas que la contraen cada año, sólo 6 millones son diagnosticadas y tratadas, por lo que hay un importante número de personas que siguen transmitiendo la enfermedad.