Gaceta Médica Barcelona | martes, 30 de junio de 2015 h |

Las troponinas elevadas son un biomarcador de daño miocárdico y, por tanto, están muy ligadas al síndrome coronario agudo (SCA) y son un predictor de mal pronóstico en pacientes que presentan este cuadro clínico (generalmente, un infarto agudo de miocardio). Ahora bien, ¿qué ocurre en los casos que, sin estar diagnosticados de SCA, la determinación de troponinas también sale positiva? La respuesta es que se trata de un predictor de mortalidad de peso, más allá de la enfermedad de base que presente el paciente, según un estudio realizado por un equipo del Hospital Universitario de Tarragona Joan XXIII y publicado por Revista Española de Cardiología (REC), que edita la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Según explica el primer firmante del artículo, Alfredo Bardají, miembro de la SEC y jefe del Servicio de Cardiología del citado centro, de todas las determinaciones de troponina que se solicitan en un Servicio de Urgencias, solo el 40 por ciento tienen un resultado positivo. De ellas, solo la tercera parte tiene un diagnóstico final de infarto de miocardio tipo 1, que es lo que se conoce como síndrome coronario agudo. “Sin embargo, el resto de pacientes, dos terceras partes de los que tienen troponinas positivas, presentan diagnósticos alternativos, y el problema es saber por qué tienen la troponina elevada”, enfatiza Bardají. Hay muchos otros procesos médicos graves que se asocian a daño miocárdico, pero no son infartos, y la realidad es que el conjunto de esos pacientes presenta un mal pronóstico. Tanto es así que “el 30 por ciento de los pacientes, es decir, uno de cada tres casos que no tienen SCA pero sí troponina elevada, fallece en un año. Cuando se compara esta mortalidad con el grupo de SCA, aproximadamente es el doble de mortalidad”, puntualiza Bardají.

Este estudio es una investigación retrospectiva que incluyó a 1.032 pacientes a los que se solicitó prueba de medición de troponinas en el Servicio de Urgencias del centro catalán. En él se comparó el pronóstico de tres grupos de pacientes a 12 meses: 212 con troponina elevada sin diagnóstico de SCA, 139 con SCA y 861 sin SCA ni elevación de troponina. Como señala Bardají, “la mortalidad al año fue del 30,2 por ciento en el primer grupo, frente al 15 por ciento de aquellos con SCA y el 4,7 por ciento de los pacientes sin elevación de troponinas”. Una característica clínica distintiva de los pacientes sin diagnóstico de SCA es que no tienen como síntoma predominante el dolor torácico (habitual en caso de infarto). La ausencia de este signo, si se presenta la troponina elevada, también es de mal pronóstico, según está comprobando el equipo que realizó el trabajo en un subestudio.

Por tanto, el estudio no solo ha cuantificado la magnitud de este fenómeno dentro de un Servicio de Urgencias que, como indica el experto, sería aplicable a la mayoría de hospitales de España, ya que las rutinas de urgencias son similares, sino que también ha evidenciado que el grupo de pacientes con elevación de troponinas que no presentan síndrome coronario agudo son de muy alto riesgo.