Opinión

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Santiago de Quiroga Editor de EG | lunes, 10 de septiembre de 2018 h |

Enfermería lanza un debate ficticio sobre competencias que muestra un profundo desconocimiento de la Ley

Confieso que me sorprendió la reacción de los líderes de la enfermería (quizás no tan secundados por las bases como podría pensarse) en relación al proyecto de Ley de Farmacia (PLFM) de Madrid. Me sorprende por varias razones: primero, porque da la sensación de que, frente al diálogo y la profundización en los asuntos, se tiende a lanzar los cañones y llegar a un conflicto profesional ficticio. ¿Es que no ha valorado enfermería sentarse y tratar de averiguar con los farmacéuticos lo que hay detrás del proyecto de Ley? Si se hubiera optado por el diálogo, se hubieran dado cuenta los enfermeros y enfermeras dirigentes que no existe ningún conflicto legal con el PLFM, porque el contenido de los artículos y disposiciones se ajusta a la legislación básica del Estado en vigor y se limita a regular la atención farmacéutica como derecho sanitario de los ciudadanos. La descalificación de una profesión hace más daño a quien la realiza que a quien la sufre.

Flaco favor a las enfermeras del país hacen sus dirigentes abriendo una brecha desde un profundo desconocimiento. Una lectura del artículo 1, puntos 5,6,7,8 y 9 de la Ley 16/1997, muestra las competencias farmacéuticas perfectamente delimitadas. ¿Quiere enfermería poner coto a un mejor servicio a los ciudadanos? ¿Acaso no quiere la misma comprensión con sus demandas, como la prescripción enfermera? Es la integración de todos, médicos, enfermeros y farmacéuticos, hombres y mujeres, lo que hará que la sanidad funcione. Viejas batallas, siempre artificiales, se han mostrado estériles en el pasado. Un farmacéutico puede realizar el seguimiento en pacientes crónicos y dependientes, algo bueno para todos. No hay debate; sólo un gran error que se puede enmendar (y confío que sea asi) ya que farmacia y enfermería tienen muchas oportunidades de seguir colaborando y los líderes de la enfermería no pueden enrarecer ficticiamente el ambiente.