En un entorno marcado por las patologías crónicas y las enfermedades infecciosas, el mensaje de ‘Los pacientes americanos, primero’ no parece realista
| 2018-05-18T13:48:00+02:00 h |

Y el sector por fin respiró. Después de dos intentos, finalmente Donald Trump lanzó su esperado plan para reducir el precio de los medicamentos de prescripción en Estados Unidos. Y el león, finalmente, no fue tan fiero. Sin desafíos para la industria farmacéutica, ni malas palabras sobre el papel que desempeñan las compañías en la fijación de los precios de las innovaciones en USA. Más bien al contrario, a la hora de escoger una diana, sus dardos han salido disparados fuera de sus fronteras.

Piensa Trump que los gobiernos extranjeros se están aprovechando de la inversión biomédica que realiza Estados Unidos para aceder a los mismos medicamentos y a unos precios más bajos. Frente a ello, habla de armonizar los precios, un ideal que no sólo va a la contra de lo que desde el propio sector se defiende (precios diferenciales), sino que arroja mil y una preguntas. Está claro que Trump quiere bajar los precios en USA y dar a Medicare capacidad de negociación, pero esto necesita una reforma legal que hasta ahora no ha fructificado. Sin ella, este plan del presidente es poco más que líneas en el papel. Y al mismo tiempo, resulta bastante improbable que el resto del mundo suba los precios para conseguir esa armonización con USA.

En muy resumidas cuentas, Donald Trump ha llevado a la sanidad el eslógan que ha abanderado desde el momento en que juró el cargo: America First. Y, precisamente por ello, su plan adolece de aquello que siempre le han reprochado sus detractores: el proteccionismo no cuadra bien en un mundo globalizado; y especialmente no le sienta bien a los asuntos de salud. En un entorno marcado por la prevalencia de las patologías crónicas y por la amenaza de las enfermedades infecciosas, el mensaje de ‘Los pacientes americanos, primero’ no parece realista. Además, resulta paradójico escucharlo justo cuando la 71ª Asamblea Mundial de Salud se reúne para situar a los pacientes los primeros, sí, pero con independencia de su nacionalidad.

La OMS clama con fuerza por un nuevo sistema de gobernanza en el sistema farmacéutico. Todo apunta a que será predicar en el desierto. Las ideas de Trump sobre, por ejemplo, las licencias obligatorias, como si fueran invención de algún gobierno extranjero, no cuadran, ni mucho menos, con los planes de la OMS para garantizar ‘salud para todos’.

Trump cree que los gobiernos extranjeros se están aprovechando de la inversión biomédica de USA