#PROCESOS ASISTENCIALES

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| viernes, 06 de julio de 2018 h |

Vivimos en un mundo que en nada se parece al de nuestros padres y que tampoco será el de nuestros hijos y nietos. La constante y continúa aparición y desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas a todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida están cambiando de un día para otro lo que hacemos y somos. Investigación, desarrollo, innovación… son términos que van parejos en la mayoría de las ocasiones y que suelen suponer la clave para que avance nuestra sociedad. Son motores de cambio que constituyen un revulsivo beneficioso a nivel económico y social.

La sanidad se encuentra también inmersa desde hace años en un proceso de evolución permanente propiciado en gran parte por la generalización en los distintos ámbitos asistenciales de nuevas tecnologías que buscan una mejor asistencia al ciudadano y facilitar el trabajo de los distintos profesionales sanitarios. En este contexto, son cada vez más los que piensan que el sanitario es uno de los sectores donde la correcta utilización de una gran cantidad de datos e informaciones resulta decisiva para, además de optimizar la gestión de los respectivos servicios de salud, mejorar la seguridad del paciente.

Se trata de una realidad “imparable”, aseguran algunos expertos firmes defensores de su implementación, pero la realidad es que aún queda mucho camino por recorrer para que las bondades del big data pasen del ámbito teórico al práctico.

En todo caso, las enfermeras, enfermeros y fisioterapeutas no podemos mantenernos ajenos a esta innovación tecnológica siendo, como somos, profesionales que manejamos una gran cantidad de datos en el proceso de atención y cuidados que realizamos a un paciente. Somos los primeros que queremos que la ingente cantidad de datos que acumulan los centros y que no pueden “digerir” de forma efectiva se estructuren y canalicen de la manera más adecuada para que su explotación conlleve conocer mejor enfermedades, tratamientos o servir de guías prácticas clínica y/o de los cuidados que ofrecemos. Un aspecto que hay que tener muy en cuenta es que hablamos de algo tan delicado como son los datos de personas, con nombres y apellidos, y, por ello, se debe exigir una escrupulosa utilización de los mismos para que no se perviertan los fines originales de su empleo por intereses económicos o comerciales.

El futuro está por escribir y el big data puede ayudarnos a hacerlo si logramos superar todas las dificultades inherentes a un reto tan ambicioso y complejo. En este caso, como en la generalidad de los mismos, el trabajo y esfuerzo conjunto es la mejor garantía para alcanzar los objetivos previstos. En ese empeño nos encontrarán siempre si de mejorar la atención y seguridad del paciente se trata.