A  lo largo de la historia, la compañía biofarmacéutica MSD ha mostrado un gran compromiso a la hora de dar respuesta ante las epidemias que han amenazado la salud en todo el planeta.

Un hito más dentro de esta larga trayectoria, y el más reciente, es el acuerdo alcanzado con Johnson & Johnson (J&J) para contribuir a la fabricación y al suministro de la vacuna frente a la COVID-19 en sus plantas de Estados Unidos. En esta misma dirección va el acuerdo con la Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédico Avanzado (Barda, por sus siglas en inglés) para adaptar hasta cuatro de las instalaciones de fabricación de la empresa a la producción de vacunas frente a esta enfermedad.

En plena pandemia, los programas de inmunización han creado un aumento sin precedentes en la demanda mundial de vacunas que han llevado a alcanzar este compromiso que desde la compañía califican como histórico. De forma pública, MSD España ha mostrado su orgullo al ver cómo el equipo de fabricación de la biofarmacéutica trabaja para acelerar y expandir su producción.

Es el capítulo más reciente, pero la respuesta de MSD a las epidemias tiene casi un siglo de recorrido. El primer hito se remonta a 1925. Una compañía heredada de MSD, HK Mulford, produjo la antitoxina con la que se hizo frente a una epidemia de difteria que se estaba extendiendo por Nome, en Alaska. Equipos de relevos de perros de trineo y sus mushers corrieron contra reloj para llevar este tratamiento a los pacientes.

En la segunda guerra mundial, la compañía también hizo llegar la penicilina al campo de batalla y pocos años después MSD fue una de las primeras empresas en fabricar la vacuna contra la poliomelitis desarrollada por Jonas Salk, de la Universidad de Pittsburgh.

Por citar solo algunos ejemplos más, MSD fabricó millones de dosis de vacunas en 1957 y 1968 para frenar dos brotes de gripe en Estados Unidos, protagonizados por las cepas H2N2 y H3N2

Ya en los años 70, comenzó a distribuir una combinación de vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubeola, desarrollada por Maurice Hilleman, considerado el padre de las vacunas en la era moderna.

Por otra parte, su ambicioso programa de Mectizan (ivermectina) ha permitido eliminar la oncocercosis o ceguera de los ríos en países como Colombia, Ecuador, Guatemala o Méjico, así como la filariasis linfática en Togo.

Además, los hitos más recientes de la biotecnológica tienen que ver con la primera vacuna contra el ébola. A partir de este mismo año, 2021, MSD y Unicef desarrollan un acuerdo para establecer reservas a nivel mundial de esta vacuna.


Con la colaboración de MSD