La inteligencia artificial (IA) ha transformado la forma en que creamos contenidos. En pocos segundos, hoy es posible generar un texto, una imagen o incluso un vídeo con calidad profesional gracias a modelos de lenguaje o de generación visual. Esta revolución tecnológica está facilitando la comunicación, haciéndola más accesible, eficiente y creativa, pero no está exenta de impactos ambientales.

Aunque su uso pueda parecer banal, la IA consume muchos recursos para funcionar, sobre todo de energía y agua. Según el propio ChatGPT 4o, redactar un texto de unas 1.000 palabras con un modelo de IA como el suyo puede consumir entre 0,1 y 0,5 kWh. Para que nos hagamos una idea, 0,5 kWh es similar al consumo de una bombilla LED de 10W encendida durante 50 horas. Y, para ese mismo texto, podríamos hablar de entre 0,15 y 2,5 litros de agua utilizados.

El caso de las imágenes es aún más llamativo. Una imagen generada con estilo hiperrealista, tipo Pixar o Ghibli, puede requerir hasta 10 veces más energía y agua que la redacción de un texto largo.

¿Significa esto que debemos evitar el uso de la IA en comunicación? No necesariamente. Como ocurre con otras herramientas, el impacto depende del uso que se haga de ellas y, sobre todo, de si ese uso está alineado con objetivos de eficiencia, sostenibilidad y utilidad social.
En el caso de SIGRE, la IA ya forma parte de su estrategia de comunicación, pero no como una moda o un fin en sí mismo, sino como una herramienta al servicio de su misión socio-sanitaria y medioambiental. Utilizar la IA para generar contenidos permite optimizar tiempos, personalizar mensajes según públicos y facilitar la difusión de información sobre el tratamiento medioambiental de los residuos de medicamentos. Todo ello, optimizando recursos y contribuyendo así a una comunicación más eficaz y sostenible.

Esta eficiencia comunicativa tiene un claro retorno ambiental: si más personas conocen la labor de SIGRE y cómo se deben separar selectivamente los residuos de medicamentos y sus envases en los hogares, se conseguirá reducir su impacto ambiental. A su vez, a través del reciclado, se promueve la economía circular y se contribuye a la lucha contra el cambio climático.

Las ventajas que aporta a la mejora de la eficiencia operativa hacen que SIGRE apueste por un uso responsable de la IA en todas sus actividades. Un ejemplo de ello es el empleo de tecnologías avanzadas de IA en la Planta de Clasificación de Envases y Residuos de Medicamentos. La incorporación de un sistema de aprendizaje automático, que ha memorizado más de 10.000 imágenes de productos, permite una separación más precisa de los residuos. Gracias a este y otros avances, el 66% de los envases de medicamentos que el ciudadano deposita en los Puntos SIGRE son recuperados y reciclados.

Comunicar estas acciones a las partes interesadas de forma clara, visual y segmentada gracias a la IA ayuda a amplificar su impacto positivo.

El uso responsable de la IA en comunicación no solo reduce ineficiencias, sino que puede convertirse en un aliado para avanzar hacia un modelo más circular donde cada recurso, incluso un texto o una imagen, cuenta. Por ello, para SIGRE la IA no es una herramienta aislada, sino una pieza más dentro de la estrategia global de sostenibilidad y salud ambiental que promueve en todas sus actividades.