Cumplir estrictamente los tratamientos prescritos y depositar los antibióticos sobrantes en el Punto SIGRE es la mejor receta para evitar el desarrollo de resistencias a estos fármacos

Hace tan sólo unos días que, tras 765 millones de diagnósticos y 6,9 millones de muertes en todo el planeta, la OMS decretó el fin de la emergencia internacional causada por la covid. 

Esta crisis sanitaria puso en clara evidencia nuestra fragilidad como sociedad para afrontar nuevas amenazas naturales y que, como en esta ocasión, pueden tener su origen en problemas medioambientales como la pérdida de biodiversidad o la contaminación.

Otra amenaza real y silenciosa de consecuencias tanto sanitarias como económicas, incluso más graves que la pandemia de la covid, y también relacionada con la degradación de nuestro planeta, está creciendo de forma silenciosa y amenaza con llegar a causar en 2050 incluso más muertes que el cáncer.

Hablamos de la resistencia a los antibióticos (RAN). El uso indiscriminado de estos fármacos, tanto en los seres humanos como en los animales, ha causado la proliferación de las denominadas superbacterias, cepas que incorporan genes de resistencia a estos medicamentos.

El medioambiente desempeña un papel fundamental en la creación y diseminación de dichas resistencias. Así lo ha vuelto a advertir el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente titulado Bracing for Superbugs: strengthening environmental action in the One Health response to antimicrobial resistance, señalando que la triple crisis planetaria provoca temperaturas más altas, patrones climáticos extremos, contaminación biológica y química y cambios en el uso de la tierra que aceleran la aparición y propagación de las RAN.

Para seguir disponiendo de antibióticos efectivos, indispensables para el tratamiento de la mayoría de los procesos infecciosos bacterianos, este informe hace además un llamamiento para lograr una respuesta multisectorial basada en el enfoque ‘Una sola salud’. 

Con este objetivo, hace ya más de dos décadas, todo el sector farmacéutico (industria, distribución y farmacias) impulsó la creación de SIGRE, la entidad sin ánimo de lucro encargada de gestionar de forma adecuada los residuos de envases y restos de medicamentos de origen doméstico y que se ha convertido en la mayor alianza medioambiental de este sector.

Junto a esta protección del entorno, y en línea con las recomendaciones del Plan Nacional de Resistencia contra los Antibióticos coordinado por la AEMPS, SIGRE realiza campañas de sensibilización ciudadana sobre la importancia de cumplir con los tratamientos prescritos y revisar el botiquín casero para desechar adecuadamente en el Punto SIGRE los medicamentos procedentes de tratamientos ya finalizados, especialmente si se trata de antibióticos.

De esta forma, evitando que estos residuos lleguen a nuestro medio ambiente, el sector farmacéutico contribuye también a luchar contra la creación y dispersión de las RAN.