#RETOS

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| viernes, 06 de julio de 2018 h |

El mismo día que esta publicación me pidió un breve artículo sobre cómo veo el asunto de la aplicación de la llamada tecnología big data en sanidad desde la perspectiva de la organización a la que represento (CESM), en el Congreso de los Diputados había sucedido un hecho que no por esperado deja de resultar deprimente.

El hecho al que me refiero es que la PNL presentada por Ciudadanos en favor de la tarjeta digital y la receta electrónica únicas para todo el SNS fue rechazada porque una mayoría de votos de nuestros diputados alegaron que eso suponía “recentralizar” la política española. Y pensé para mí, en plan castizo… qué tendrán que ver las churras con las merinas, puesto que en ello sólo hay de política la visión roma que de esta noble palabra tienen algunos de nuestros representantes, mientras se pierde de vista lo que de verdad debería interesarnos a todos: cómo podría contribuir tal medida a mejorar la salud de los ciudadanos y la eficiencia de nuestro sistema sanitario.

Estamos hablando de que la informatización ha provocado que empresas y organizaciones acumulado una cantidad ingente de datos. Esto ha llevado a denominar los tiempos actuales como la era del big data, donde se requieren nuevas tecnologías para gestionar y extraer el valor de los datos complejos que se generan en grandes volúmenes a altas velocidades. Y si bien este fenómeno afecta a todos los sectores, el sector sanitario es una de las áreas en las que su incidencia está siendo especialmente relevante, debido, entre otras razones, a la implantación de la historia clínica digitalizada. Qué duda cabe de que la tarjeta sanitaria electrónica interoperable en todo el SNS permite que el volumen de información que se recopila sea cada vez mayor y más fácil de analizar. Por lo que es un desperdicio no aprovechar estos datos para conocer en profundidad cómo se está actuando y qué aspectos mantener o modificar para conseguir mejores resultados en la atención, diagnóstico y tratamiento de los pacientes.

El big data plantea un nuevo reto, pero también ofrece una oportunidad para mejorar la calidad asistencial, optimizar los recursos y hacer más eficientes las organizaciones. Los expertos aseguran que el análisis correcto de los datos que se generan puede conducir a una medicina personalizada y predictiva, que ayudará a salvar vidas. Pero, para conseguir este objetivo, es clave la implicación de los profesionales. Sin ellos difícilmente podrán surgir y realizarse proyectos, porque son ellos los que realmente saben las necesidades del sistema y de los pacientes… Y ahora imaginemos a los políticos dejando sus prejuicios a un lado y afrontando con amplia visión de miras el asunto. O lo que es lo mismo: dando luz verde al proyecto tecnológico que implica la tarjeta digital y concertando con los profesionales una estrategia de acción para rentabilizar del mejor modo posible su aplicación, lo que sin duda exigiría dar a la materia la relevancia precisa en los planes de formación continuada.

¿A que imaginar no cuesta nada? Lo malo es volver luego a la realidad y darnos cuenta de con quiénes nos estamos jugando el futuro.


“Es clave la implicación de los profesionales para avanzar en medicina personalizada”