¿Doctor, no me receta antibiótico? Esta es una pregunta muy habitual en la práctica clínica. La desinformación y el desconocimiento de la sociedad en general de las consecuencias de abusar de los antibióticos es una realidad que ha puesto la cuestión de las resistencias bacterianas (RAM) entre las principales amenazas mundiales. Así lo estima la OMS cuando hace unos meses aseguró que era uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial.
Ante esto, administraciones, gobiernos, profesionales, sociedades científicas y otras instituciones agilizaron los esfuerzos para comenzar a trabajar en este problema. Tan sólo hace falta tirar de literatura para constatar como ha aumentado el número de informes y documentos que avalan esta realidad. La preocupación es real, y la solución no puede esperar mucho más. Se calcula que solo en la Unión Europea la resistencia antimicrobiana se cobra cada año 25.000 vidas. En todo el mundo, 700.000 personas mueren debido a las infecciones resistentes a los fármacos. Un grave problema de salud a la vez que económico y de sostenibilidad.
Según datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) los hospitales gastan, de media, entre 10.000 y 40.000 euros adicionales por cada paciente que tratan por una infección bacteriana resistente. Unas cifras nada desdeñables que requieren del desarrollo de nuevas moléculas, ya que según detalla el Informe O’Neill en el año 2050 morirán 10 millones de personas al año en el mundo debido a las bacterias multirresistentes (MMR). Europa perdería entre el 1 por ciento y el 4,5 por ciento de su producto interior bruto.
Para el presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), Rafael Cantón, el ritmo de las comunidades autónomas a la hora de materializar sus estrategias es desigual. “Cada autonomía tiene sus propias particularidades: mientras Galicia tiene un buen sistema de gestión de la historia clínica, imprescindible para el control de antibióticos, Andalucía está inmerso en los programas Pirasoa, o Cataluña en programas para controlar las enfermedades nosocomiales”, afirma. Un reflejo de que a las administraciones les preocupa este asunto y tratan de abordarlo en todas sus vertientes.
Adherencia
La adherencia terapéutica es un desafío que si se llega a controlar amainará la expansión de las superbacterias. Los expertos apuntan a que el papel del clínico es fundamental, y para ello es necesario la buena formación de los profesionales para conseguir el buen control de las prescripciones.
Otra de las estrategias principales en este terreno son los Programas PROA, donde el farmacéutico hospitalario tiene un papel fundamental. Tienen el objetivo de mejorar los resultados clínicos de los pacientes con infecciones; minimizar los efectos adversos asociados a la utilización de los antimicrobianos; y garantizar la utilización de tratamientos coste-eficaces.
Con todo, el Ministerio de Sanidad se ha marcado el reto de extender estos programas al 100 por cien a todos los hospitales. Algo que hila con una de las peticiones fundamentales de los profesionales de hacerlos obligatorios y de dotarlos de recursos necesarios.
Precisamente, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), responsables del Ministerio de Sanidad y del Ministerio de Agricultura y Pesca se reunían hace dos semanas, en el marco del Día Mundial del Uso Prudente de Antibióticos, con todas las comunidades autónomas con el fin de buscar una mayor armonización de las medidas adoptadas para luchar contra la RAM. Tal y como aseguró la directora de la Aemps, Belén Crespo, ya está planteada la creación de una red de laboratorios de referencia para dar apoyo al Sistema Nacional de Vigilancia de Infecciones Relacionadas con la Asistencia Sanitaria y al Plan Nacional.
Europa
Los farmacéuticos europeos también están inmersos en la concienciación de este problema. La Asociación Europea de Farmacéuticos de Hospital (EAHP) ha hecho un llamamiento a todos los ciudadanos a convertirse en “estudiantes en el uso prudente”. Desde Bruselas, Tajda Miharija, vicepresidenta de la EAHP, incidió en la importancia de trabajar conjuntamente frente a este problema a nivel europeo. “Para tener éxito en esta tarea, los farmacéuticos del hospital, junto a otros profesionales de la salud, tienen que ayudar a los pacientes a convertirse en estudiantes de un uso prudente, a través de asesoramiento directo”. Además, considera que los sistemas sanitarios tienen mucho camino por delante. “Dentro de los equipos multidisciplinares el farmacéutico de hospital puede hacer de guía en aspectos como la revisión de los niveles séricos de antibióticos y la duración de la terapia, el asesoramiento sobre el cese o la modificación de los tratamientos con antibióticos inapropiados”, asegura.
Miharija considera que la lucha contra los antimicrobianos involucra a todos, incluidos los de otros sectores, como la agricultura y el cuidado veterinario. Por ello, la EAHP recomienda a la Comisión Europea “ser concreto en la definición de las funciones de las diferentes profesiones dentro del próximo Plan de Acción Europeo de AMR. Un equipo trabaja mejor cuando hay total claridad en las responsabilidades individuales”, aseguró.
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