C.M.L. Madrid | viernes, 21 de abril de 2017 h |

El Sistema Nacional de Salud (SNS) atraviesa una etapa donde innovación y evaluación están condenadas a encontrarse. Además, todo esto confluye en varios escenarios con la incertidumbre y la sostenibilidad como telón de fondo. El sector es consciente de esta necesidad y la búsqueda de fórmulas para atraer la evaluación de resultados se ha convertido en algo prioritario y urgente.

Acuerdos de riesgo compartido y pago por valor se alzan como instrumentos. Gracias a estos modelos es posible acercar los datos de eficacia y seguridad de las innovaciones terapéuticas sobre la población real. Un punto en el que los gestores sanitarios están de acuerdo a la hora de alcanzar el mejor beneficio en salud para el paciente en la práctica clínica, así como garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario. Estas ideas se recogen en el libro ‘El paciente, la innovación farmacéutica y la aplicación de los esquemas de pago por resultados’ presentado durante el IV Encuentro sobre Gestión en Farmacia Hospitalaria para Directivos, organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en colaboración con la biofarmacéutica UCB, y en el que participaron representantes de la gestión sanitaria en España.

La mejor herramienta para recoger toda la información son los Real World Data (RWD). Estos constituyen una fuente de datos, sin embargo, su utilización aún es incipiente, pero la evidencia muestra cómo pueden contribuir a la mejor utilización de las terapias y la mejora de la asistencia sanitaria.

El RWD es la consecuencia de la monitorización de resultados sobre efectividad y seguridad de los medicamentos innovadores en una población real. Es decir, datos de pacientes tratados en la clínica habitual que pueden representar a toda la sociedad, frente a los datos de estudios clínicos en los que se trabaja con un perfil del paciente ideal sin comorbilidades asociadas.

Poder conocer estos datos de manera ágil tras la incorporación de las innovaciones terapéuticas sobre población real es esencial a la hora de convenir el valor de un medicamento en función de su respuesta. También es importante para ajustar las guías farmacoterapéuticas en los hospitales y para acelerar el acceso de los fármacos innovadores. En definitiva, para alcanzar el mejor beneficio en salud para el paciente.

En esta línea, Antoni Gilabert, ex director de Farmacia y del Medicamento del Consorcio de Salud y Social de Cataluña, asegura en el libro que es necesario buscar fórmulas y proponer ejemplos prácticos sobre una metodología que permita que el acceso a la innovación no implique un bloqueo de la sostenibilidad. A su juicio, la experiencia en Cataluña ha demostrado que el enfoque de la política del medicamento y de la prestación farmacéutica sobre los resultados en salud permiten desarrollar buenos mecanismos de registro de tratamientos que a la vez de monitorizar los resultados en salud, compararlos y hacer benchmarking para adoptar las mejores prácticas, así como desarrollar un sistema de pago e incentivación basado no simplemente en el producto y la actividad sino en los resultados de salud conseguidos. A partir de esta recogida de datos de la práctica clínica es posible minimizar la incertidumbre y maximizar la eficiencia de la gestión y los resultados en salud.

Acuerdos de riesgo compartido

Los expertos coinciden en que su operatividad en los acuerdos de riesgo compartido basados en resultados en salud han permitido también alinear los objetivos de los diferentes stakeholders en beneficio del paciente y de los resultados.

Así lo considera Iñaki Betolaza, director de Farmacia del Departamento de Salud del Gobierno Vasco, que remarca la promoción de la financiación con resultados para conocer el impacto real permite definir mejor las prioridades y evitar usos inapropiados.

Los nuevos medicamentos presentan incertidumbres, por tanto, todas las organizaciones —públicas o privadas— buscan la planificación estratégica y el conocimiento necesario para plantear escenarios realistas. En su modo de concebir esta tarea se impone la búsqueda de tres capacidades: agilidad, flexibilidad y anticipación. “Para hacer frente a la incertidumbre, nos estamos dotando de nuevos instrumentos de medición, contamos con techos de gasto y acuerdos de riesgo compartido, pero las claves están en qué se financia, por qué y con qué fines, y una reflexión sobre si los nuevos medicamentos que se incorporan al mercado son realmente innovadores, con un carácter disruptivo”, explica el gestor vasco.

En esta esfera, el presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), Miguel Ángel Calleja, apunta que constantemente aparecen fármacos más eficaces y más seguros. Sin embargo no todos son igual de innovadores, “distinguir los que más aportan a los pacientes, facilitar su uso y conseguir los mejores resultados es una labor importantísima que se debe realizar de forma colaborativa entre los profesionales sanitarios y el farmacéutico de hospital puede y debe ser motor en este compromiso”. En esta línea, Calleja reitera que “el farmacéutico seguirá siendo un aliado de la innovación terapéutica desde la garantía de la sostenibilidad del sistema”.

En su opinión, la fórmula para hacer efectiva la evaluación de resultados es a través del intercambio de papeles, es decir, que el gestor asuma un papel más clínico y a la inversa. Para ello el big data y el Real World Data juegan un papel relevante. Es importante distinguir entre el precio de un medicamento y el valor que aporta al paciente y al sistema. En este sentido, los acuerdos clínicos de riesgo compartido son un medio para conocer la efectividad y seguridad de los medicamentos en condiciones de práctica clínica habitual y, por tanto, para poder pagar la innovación por el valor que aportan y no solo por el precio que tiene”, concluye el presidente de la SEFH.

El Libro

El libro es un compendio que recoge las conclusiones del IV debate sobre Gestión en Farmacia Hospitalaria, donde diversos protagonistas en la materia hacen sus aportaciones al respecto. Uno de los protagonistas es el Secretario General de Sanidad, Javier Castrodeza. En su opinión, las innovaciones terapéuticas son “un reto enorme” para el SNS. A su juicio, el sistema sanitario debe ser concebido como transversal y no compartimentado, teniendo presente la necesidad de ofrecer cada vez información más transparente y de mejor calidad. Por ello considera el enorme peso que debería tener la evaluación. Otra noción de enorme importancia es la cohesión, porque “el sistema es de todos, fomentando la colaboración entre centros sanitarios en diferentes iniciativas, o en procedimientos como las compras centralizadas de medicamentos y productos sanitarios propiciada por el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria”.