Pocos pueden dudar de que el sector sanitario, y dentro de este lo que tiene que ver en concreto con la industria farmacéutica, es uno de los más dinámicos e innovadores en muchos de sus aspectos clave. Desde la forma en la que afrontamos el desarrollo y la investigación de nuevos medicamentos hasta la forma en la que estamos trabajando para poner a disposición de los pacientes las terapias innovadoras, pasando por novedosas fórmulas de colaboración público-privada y por la incorporación de nuevas herramientas digitales en todas las áreas de nuestra actividad, todo está en una permanente evolución.
En los últimos años, además, el vertiginoso avance de la digitalización ha acelerado la capacidad del sector de reinventarse en aras de ganar eficiencia y en definitiva de mejorar las herramientas para lograr un objetivo clave, que en este caso sí que ha permanecido inalterable: ofrecer a los pacientes las mejores soluciones para mejorar su salud y su calidad de vida cuando se ven afectados por enfermedades graves.
Vivimos en un entorno altamente exigente en el que hemos de ser capaces no ya de asumir los cambios constantes, sino de liderarlos; no solo de utilizar con eficiencia las nuevas herramientas, sino de ser capaces de forjar nuevos desarrollos que nos permitan estar a la cabeza de esta auténtica revolución de la digitalización y los datos.
Y es que este entorno tan exigente está, a la vez, repleto de oportunidades para nosotros que pueden traducirse en importantes mejoras para los pacientes. Para aprovecharlas es condición sine qua non que trabajemos juntos, uniendo fuerzas entre todos los que conformamos el sistema sanitario: hospitales y centros sanitarios, profesionales, investigadores, gestores, administraciones, reguladores, instituciones académicas, asociaciones de pacientes, industria… solo así podremos avanzar con garantías.
En Roche pensamos que el actual es un momento inmejorable para, sobre la base de esa colaboración, avanzar en dos aspectos que serán cruciales este año: acortar los plazos de acceso a la innovación por parte de los pacientes y aprovechar los avances en materia de salud digital para dar pasos firmes en la medición de los resultados en salud y en la integración del diagnóstico de precisión, y también de la detección temprana de enfermedades, en el marco del desarrollo de la medicina personalizada.
“Pensamos que el actual es un momento inmejorable para acortar los plazos de acceso a la innovación por parte de los pacientes y aprovechar los avances en materia de salud digital para dar pasos firmes en la medición de resultados en salud”
En el primer caso, pese a tratarse de una demanda sostenida en el tiempo, no hay duda de que vamos a contar con nuevas herramientas capaces de generar las evidencias necesarias y de agilizar los trámites burocráticos para acelerar los plazos de acceso. Las posibilidades del nuevo reglamento europeo sobre evaluación de tecnologías sanitarias (HTA), que incluirá nuevos criterios de evaluación de la innovación y abre la puerta a considerar el “valor social” de los medicamentos, y la posibilidad de extender mecanismos de acceso temprano para moléculas de alta necesidad son solo dos posibles áreas de desarrollo.
Por otro lado, la posibilidad de integrar soluciones innovadoras terapéuticas, diagnósticas y digitales que se traduzcan en mejoras en los resultados en salud de los pacientes y en la eficiencia de los procesos asistenciales abre también un amplio escenario de oportunidades donde sin duda hemos de poner nuestros mayores esfuerzos a lo largo de este 2024.
Entre estas oportunidades destaca la posibilidad de que, gracias a estas herramientas, los sistemas sanitarios puedan empezar a priorizar y extender la detección de patologías graves en fases tempranas y la realización de diagnósticos rápidos y de precisión que permitan a los profesionales tomar las mejores decisiones de tratamiento.
Asimismo, la existencia de una buena arquitectura de datos de calidad obtenidos a través de las nuevas herramientas permitiría a profesionales sanitarios, decisores y gestores contar con una información muy completa y de la máxima utilidad sobre el paciente y sobre cómo optimizar la ruta asistencial para mejorar la calidad y eficiencia de la atención sanitaria.
Tantos elementos sobre la mesa no podemos sino ser optimistas de cara al futuro, sobre todo si somos capaces de aunar fuerzas para tomar las riendas de este proceso de mejora de la eficiencia que tiene en última instancia a los pacientes como principales beneficiarios. No perdamos, pues, esta oportunidad histórica y aprovechemos el viento a favor que nos brinda la revolución digital y tecnológica para redoblar nuestros esfuerzos en aras de forjar un sistema sanitario cada vez más eficiente, que sea capaz de ofrecer a los pacientes, en este nuevo entorno, una asistencia sanitaria de excelencia.