Hace tan sólo unas semanas hemos despedido el año con la buena noticia de saber que la farmacia española no sólo es el servicio más accesible sino también el mejor valorado por los ciudadanos. Un reconocimiento que nos da fuerza y renueva nuestro compromiso por hacer de la profesión farmacéutica lo que ya es, uno de los pilares más importantes sobre los que descansa nuestro sistema sanitario.

Este logro es fruto de un intensísimo trabajo que comenzó hace ya una década por hacer de la profesión farmacéutica una profesión más asistencial, más digital y más social. En definitiva, una profesión más preparada para los desafíos actuales y más útil para la sociedad.
Este esfuerzo se ha reflejado en hitos como los vividos en 2024 con la presentación del I Mapa de Servicios Farmacéuticos de España, un documento que, por primera vez ha recopilado los casi 200 servicios asistenciales que están ofertando farmacias españolas y que van más allá de la dispensación de medicamentos, para ofertar servicios de salud pública como cribados de cáncer, programas de cesación tabáquica o servicios de dosificación personalizada. Iniciativas que han gozado de muy buena acogida entre la población pero que siguen exigiendo un mayor apoyo institucional para su extensión a todo el país.
Un esfuerzo colectivo de la profesión farmacéutica que hemos podido ver también en las casi 600 iniciativas sociales recogidas en el II Barómetro Social de la Farmacia, que han mostrado como los farmacéuticos se implican en cuestiones como la soledad no deseada o la violencia de género, problemas sociales que afectan de lleno a la salud de la población y en los que la farmacia puede ser de gran utilidad por su cercanía al ciudadano.
Ha sido un año intenso en el que los farmacéuticos han demostrado también su compromiso con desafíos globales con la falta de abastecimiento de medicamentos ofreciendo soluciones a los pacientes a través de herramientas como Farmahelp, que ha conseguido ayudar a los pacientes a localizar ya más de un millón de fármacos en falta y solucionar 7 de cada 10 problemas que los pacientes le han planteado.
También se ha demostrado el interés de toda la profesión por estar a la vanguardia de los conocimientos científicos y profesionales con récord de asistentes al Congreso Nacional Farmacéutico, que tuvo lugar en Valencia, y con la celebración de la I Jornada Nacional de Oficina de Farmacia, un encuentro que tendrá continuidad en el tiempo.
La profesión farmacéutica ha innovado con fórmulas de colaboración entre niveles asistenciales que representan un ejemplo para todo el Sistema Nacional de Salud y que deben seguir extendiéndose a todo el país, como la dispensación colaborativa entre farmacia comunitaria y farmacia hospitalaria, implantada ya en ocho autonomías, para acercar la medicación hospitalaria a los pacientes a través de la farmacia comunitaria o proyectos como JunTOS, para mejorar la adherencia de los pacientes trasplantados involucrando a la farmacia comunitaria.
Este importante esfuerzo de todos por hacer de la profesión farmacéutica un motor de cambio para el sistema sanitario no ha pasado desapercibido en la comunidad internacional, donde los representantes españoles hemos sido designados para formar parte de las directivas de la Federación Internacional Farmacéutica y la Agrupación Farmacéutica de la UE (PGEU) y donde proyectos españoles como el de Escuelas Rurales de Salud han llegado a ser galardonados este año como mejor iniciativa mundial de promoción de la salud.
Afrontamos ahora 2025 con enormes desafíos por delante encabezados por el inminente Anteproyecto de Ley de Medicamentos, una norma que no sólo es cuestión de legislación, sino que debe materializar un compromiso firme con la sostenibilidad de la red de farmacias española. Un compromiso que refuerce el papel profesional del farmacéutico en aspectos como la sustitución farmacéutica pero que también garantice la sostenibilidad de la red de farmacias, conscientes de la importantísima función sanitaria y social que están desempeñando las 22.222 farmacias españolas que, con frecuencia, son para los ciudadanos el único establecimiento y profesional sanitario al que recurrir en su localidad.
Es importante que esta ley sea una ley de futuro, que fortalezca algunos de los pilares que han convertido nuestro modelo de farmacia en un modelo de éxito y de ejemplo para otros países, como la garantía de que donde hay un medicamento hay siempre un farmacéutico o los criterios de planificación de oficinas de farmacia para garantizar una correcta distribución de las farmacias en todo el territorio, especialmente en las zonas rurales. Fórmulas como la extensión de la dispensación colaborativa entre farmacia hospitalaria y farmacia comunitaria pueden ayudar a fortalecer y mejorar el acceso a los medicamentos sin comprometer la sostenibilidad y viabilidad del modelo farmacéutico.
Del mismo modo, es necesario revisar las actuales reservas singulares de medicamentos para evitar barreras al acceso a los tratamientos a través de las oficinas de farmacia, que carecen de justificación sanitaria.
Una ley con vocación de futuro debe huir de sistemas de precios que puedan comprometer la continuidad y adherencia de los pacientes a los tratamientos y la sostenibilidad de las farmacias.
También será positivo que esta ley consolide en la normativa el imparable avance profesional de los farmacéuticos comunitarios, en ámbitos como la sustitución de medicamentos, que pueden además contribuir a paliar problemas de falta de suministro de medicamentos.
Sólo una ley que reconozca el avance profesional del farmacéutico y garantice una farmacia social, accesible y económicamente viable será una ley de futuro.
*Jesús Aguilar es presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.