Por Javier Crespo, presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva.
La infección por el coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad que es capaz de ocasionar denominada COVID-19 ha provocado una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes en las últimas décadas. Me han pedido que explique en unas pocas palabras cómo debemos abordar la patología digestiva en este momento. Me gustaría compartir con ustedes mi visión de la situación actual estructurada en cuatro aspectos.
El inicio de la epidemia en España y la situación de nuestro sistema sanitario
A pesar de que nuestra asistencia sanitaria es universalmente reconocida, en marzo de 2020 España no estaba preparada para esta epidemia. No había equipos de protección individual, no disponíamos de test diagnósticos, los registros epidemiológicos eran insuficientes o nulos y se tomaron decisiones tardías cuando no equivocadas. El resultado fue demoledor, con hospitales al borde del colapso, una de las mortalidades relativas más elevadas del mundo y la infección y enfermedad subsiguiente de un elevado número de profesionales.
Es imposible hacer una enumeración de todas las causas, algunas inevitables, de estos resultados, pero sin duda entre ellas se encuentran una estructura ministerial inadecuada y la fragmentación del sistema sanitario español que impidieron una respuesta rápida y unívoca, una inversión en salud muy inferior a la de los países de nuestro entorno, una salud pública muy mal dotada y, por lo tanto deficiente, y una inversión insuficiente en investigación e innovación, circunstancias todas que limitaron la adaptación a un entorno altamente desafiante.
Medidas aplicadas por los servicios de Digestivo
En este entorno, nuestros servicios de Digestivo se vieron gravemente afectados, con una disminución tanto de su actividad de hospitalización (disminución mayor del 50 por ciento) como de la realización de exploraciones diagnóstico-terapéuticas (disminución superior al 80 por ciento). Pero además de afectar a nuestra actividad, ha afectado a nuestro trabajo, con desplazamientos a zonas COVID de un amplio número de gastroenterólogos.
Finalmente, muchos de nuestros compañeros han enfermado como consecuencia de la atención a los pacientes infectados por el SARS-CoV-2.
La plasticidad de los servicios de Digestivo en respuesta a esta crisis ha sido extraordinaria. En un primer momento, se procedió a priorizar toda la actividad no esencial. Posteriormente, una gran mayoría de nuestros servicios iniciaron su actividad siguiendo un calendario en tres fases, reinicio, estabilización y normalización, en un entorno altamente dinámico.
De hecho, en este momento (18 de enero de 2021) iniciamos una de las semanas más difíciles de esta larga pandemia en España, lo que nos obligará, de nuevo, a reducir nuestra actividad de forma muy importante. Y todos los cambios que hemos adoptado y que adoptaremos, tienen tres objetivos:
1) Proteger a nuestros pacientes y a los profesionales de los riesgos de la infección por SARS-CoV-2.
2) Seguir prestando una atención médica de la máxima calidad.
3) Minimizar las efectos indeseables del retraso en la atención que, inevitablemente, han sufrido y sufrirán muchos de nuestros pacientes.
Entre estas medidas destacan la priorización antes mencionada, el abordaje telemático de muchos pacientes o la puesta en valor del “no hacer”. En estas decisiones, la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) y todo su equipo, ha sabido dar un paso al frente y liderar muchas de estas propuestas.
Vacunación y enfermedad digestiva
En un contexto de elevada incidencia de la infección como el actual, con múltiples signos de fatiga del sistema y, por primera vez, con un riesgo real de fatiga del personal sanitario y con la permanente disputa política como fondo, el inicio de la vacunación ilumina, todavía débilmente, la luz que nos lleva por el camino de la esperanza. La esperanza de que las vacunas frente al SARS-CoV-2 sean capaces de inmunizarnos frente a la COVID-19.
La SEPD tomó la decisión, hace unas semanas, de acompañar a sus socios en la mejor decisión posible a la hora de aconsejar a nuestros pacientes. De modo genérico, y ante la evidencia científica disponible en el momento actual, la vacunación es preferible a la no vacunación en todas las personas, con o sin patología digestiva.
De forma específica, recomendamos la vacunación en los pacientes en tratamiento con fármacos inmunosupresores, biológicos o moduladores de la actividad del sistema inmune, en tratamiento o profilaxis con antibióticos y/o antivirales, en los pacientes con cáncer digestivo o trasplantados. Y, además, cree esta vacunación debe priorizarse en algunos grupos de pacientes como puede observarse en la página web de la sociedad.
Como presidente de la SEPD no he sido consultado (y quizás no debiera haberlo sido), pero sí me gustaría hacer dos reflexiones acerca de la estrategia de vacunación:
1) Teniendo en cuenta que cerca de 5.000.000 millones de españoles tienen anticuerpos frente al SARS-CoV-2 y que existe una notable carencia de vacunas, ¿no hubiera sido más razonable conocer el estado de seroprevalencia frente al SARS-CoV-2 y aplazar la vacunación de los sujetos positivos? Esto adelantaría la primera dosis de vacunación de varios millones de compatriotas seronegativos con un riesgo más elevado de infección que los seropositivos.
2) ¿Tampoco nos podemos poner de acuerdo en la estrategia de vacunación en todo nuestro país? Sé que existe una estrategia única, pero también sé que se sigue de forma desigual y, creo, será la norma en el futuro inmediato.
Situación post-COVID
Lejos, muy lejos todavía, se vislumbra un estado post-COVID. Se quede o no a vivir con nosotros, necesitemos o no una vacunación periódica, el SARS-CoV-2 dejará de ser el primer problema sanitario y económico de nuestro planeta y conviviremos con él, de la misma forma que ya convivimos con numerosos agentes vivos patógenos.
La pregunta que desde hace meses empezamos a formularnos es si hemos, si estamos aprendiendo, algo de esta pandemia. A corto plazo, tenemos que esforzarnos para agilizar la atención a los pacientes cuya atención se ha retrasado o se va retrasar, minimizando los daños colaterales del COVID. A medio plazo, debemos cambiar algunos, muchos, de los circuitos asistenciales, incorporar, de forma definitiva la e-salud y no solo la telemedicina, iniciar el camino de la medicina de precisión y favorecer la participación de los pacientes y sus asociaciones. Muchos cambios, imprescindibles para evitar nuevos colapsos de nuestro sistema de salud.
Parece claro que nuestra arrogancia previa respecto a nuestro sistema (“tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo”) debe mutarse, siendo la humildad y el reconocimiento de nuestras debilidades nuestro faro en los próximos años.
Debemos ser pragmáticos: tenemos que fortalecer la atención primaria y, probablemente, cambiar de forma profunda su modelo, debemos plantearnos si disponemos del número suficiente de camas de hospitalización convencionales y de intensivos y, sin duda, necesitamos construir, desde los cimientos, un sistema de salud pública prácticamente inexistente en este momento.
Además, necesitamos un personal sanitario mucho mejor pagado y motivado, y, probablemente más numeroso en muchos casos. Y todos estos cambios deben estar liderados por un Ministerio de Sanidad que recupere su papel central, difusor de las diferentes estrategias de salud y garante de la equidad entre españoles.
Seguramente las necesidades son casi infinitas, pero el denominador común es, si no exclusivamente si preferente, el dinero. Perdón por la claridad, no caben eufemismos. Debemos hacer entender a nuestros conciudadanos y a nuestros políticos que es inviable una atención de calidad sin una adecuada inversión en sanidad, en investigación, en innovación. Y ese incremento de la inversión, que no gasto, se debe producir de forma inmediata y mantenerse en el tiempo.
Seguro que nosotros y nuestras sociedades científicas, podemos contribuir a este cambio. Estamos deseando que nos consulten, estamos deseando trabajar con nuestras autoridades sanitarias. Llámennos.
Y por último, no quiero finalizar este editorial sin dar las GRACIAS a todos y cada uno de los profesionales que trabajan en los servicios de digestivo; han dado lo mejor de cada uno de ellos para ayudar a nuestros pacientes. Y casi un año después, siguen esforzándose como el primer día. GRACIAS.