Por Javier Casas, director general de Alliance Healthcare
Cuando esta pandemia termine, uno de los principales aprendizajes que nos habrá dejado es la confirmación de que para afrontar con éxito una crisis, llevar a cabo un proyecto o para alcanzar un objetivo, sobre todo si se persigue el beneficio común, se deben unir la experiencia, el conocimiento y las capacidades de todas las partes implicadas, incluso entre algunas que puedan parecer enfrentadas.
En el ámbito de la salud, un ejemplo muy ilustrativo de la efectividad de la colaboración ha sido la propia gestión de la pandemia. La articulación de esfuerzos, a distintos niveles, es lo que nos ha permitido colectivamente afrontar de forma exitosa el ingente desafío que representaba el coronavirus. Así, hemos encontrado dicha colaboración entre las Administraciones públicas, entre el sector público y el privado, entre los niveles local y global, o entre diferentes colectivos, como investigadores clínicos, profesionales de la medicina, la enfermería o las farmacias comunitarias. El desarrollo de tratamientos y vacunas efectivas contra la Covid-19 constituye el ejemplo paradigmático de este hito colectivo, alcanzado gracias a esta complementariedad de capacidades.
En el caso específico de la distribución farmacéutica, la Covid-19 ha requerido de un acercamiento entre la distribución farmacéutica, los laboratorios, la oficina de farmacia y el paciente. Gracias a esta aproximación, basada en la colaboración, el conjunto del sector farmacéutico ha sabido estar a la altura, superando fases de desabastecimiento o cambios estacionales significativos, como la escasez de gripe e incluso la caída de las alergias.
Si ponemos el foco en las oficinas de farmacia, observaremos que éstas se han convertido en un auténtico pilar de estabilidad de nuestro sistema sanitario, ya que, a través de sus 22.000 puntos de atención a los pacientes españoles, su colaboración ha sido determinante para gestionar el impacto de la variante Ómicron en nuestra asistencia primaria. Así, al final, se ha acabado imponiendo la necesidad de incorporar a las farmacias en la gestión de diversas tareas, cuya ejecución se había reservado, hasta el momento, a la asistencia primaria. Se trata de actividades como la realización de test de antígenos profesionales o la correspondiente comunicación de casos positivos y, en algunas comunidades, incluso se les ha facultado para extender certificados Covid-19 o comunicar bajas laborales.
Aprovechemos las lecciones aprendidas en esta pandemia para buscar puntos de encuentro, identificar vías de colaboración y, sobre todo, centrarnos en lo que importa: mejorar el bienestar de nuestro entorno
Como en el caso de los antígenos, hay que potenciar aquellas iniciativas que pongan en valor las farmacias para el seguimiento de los pacientes y llevar a cabo proyectos para que puedan coordinarse y trabajar de forma conjunta paciente, médico, enfermera, hospital y farmacia. Para que estos proyectos se conviertan en realidades hay que dejar de lado corporativismos que constituyen auténticas barreras al desarrollo y evolución del sector.
El sector sanitario y, en particular, el mercado farmacéutico, deben evolucionar hacia un modelo en el que todos los actores que formamos intervenimos en las distintas fases de la cadena podamos aportar nuestra particular experiencia, talento y capacidad. Cada uno desde su actividad especializada, pero, como en el caso del desarrollo de la vacuna, persiguiendo un objetivo compartido final que redunde en una mejora del bienestar y la salud del conjunto de la población.
Sin duda, el futuro ofrece numerosas oportunidades para el conjunto del sector farmacéutico, especialmente aquellas que estén vinculadas a la investigación e innovación, ya que éstas son las que permiten ofrecer soluciones y productos de mayor valor añadido. Sin embargo, además, los ámbitos de mayor potencial todavía por desarrollar son los ligados a soluciones basadas en la colaboración entre los diferentes agentes de la cadena de salud.
No tardaremos en volver a la senda de la recuperación del sector previa a la pandemia. Justo antes de la llegada del Covid-19, el sector salud se encontraba inmerso en un proceso de recuperación, con cifras de crecimiento anuales situadas por encima del 2 por ciento. Sin embargo, 2022 será, sobre todo, un ejercicio de estabilización. Hay un conjunto de tensiones globales, no estrictamente ligadas al sector salud, derivadas de la presión sobre los precios de las materias primas o a los aumentos en los costes energéticos, que podrían llegar a tener una incidencia en el sector.
Desde Alliance Healthcare, estamos convencidos que en 2022 los diferentes agentes de la cadena de salud seguiremos teniendo muchas más razones para trabajar conjuntamente que para defender posiciones inmovilistas o ir cada uno por su lado. Esta pandemia nos ha puesto a prueba y ha demostrado que nuestra capacidad de transformar y aportar soluciones se multiplica, cuando todo el sector es capaz de ir de la mano. Si distribución, laboratorios y farmacias, junto con las administraciones públicas, ahondamos en las vías de colaboración e identificamos los puntos de encuentro podremos ser más ágiles y efectivos para responder a las necesidades de bienestar y salud de nuestra sociedad.
Aprovechemos las lecciones aprendidas durante esta desafortunada pandemia para buscar puntos de encuentro, identificar puntos de colaboración y, sobre todo, centrarnos en lo que realmente nos debe importar: mejorar el bienestar de nuestro entorno, a través de la salud.