Un estudio realizado con pacientes ambulatorios con insuficiencia cardiaca de la vida real, seguidos en la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, ha permitido validar la herramienta Redin-Score, que calcula el riesgo de ingreso por insuficiencia cardiaca (IC) a un mes y a un año en pacientes ambulatorios.
Como explica Jesús Álvarez-García, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y primer firmante del artículo, “ya existe un estudio multicéntrico sobre esta herramienta, pero era necesario ponerla a prueba en otra población en pacientes no tan seleccionados como los del estudio, para validar su eficacia. Los pacientes de nuestro trabajo presentan más comorbilidades, son de edad más avanzada y, por tanto, son más complejos”.
Redin-Score ha sido creada a partir de un estudio multicéntrico de ámbito nacional y emplea seis variables comunes de la práctica clínica: la presencia de signos de IC izquierda (disnea paroxística nocturna, ortopnea, tercer ruido o crepitantes); frecuencia cardiaca > 70 lpm; anemia (hemoglobina < 130 g/l los varones y < 120 g/l las mujeres); fracción aminoterminal del propéptido natriurético cerebral > 1.000 ng/l; filtrado glomerular < 60 ml/min/1,73 m2, y aurícula izquierda dilatada en el ecocardiograma (> 26 mm/m2).
Principales resultados
Uno de los resultados más relevantes del trabajo presentado en el Congreso Europeo de Cardiología es que la calculadora discrimina adecuadamente (índice C superior a 0.70) entre aquellos pacientes con alto, medio o bajo riesgo de ingresar por IC a corto plazo (un mes) o largo plazo (un año).
Y, como señala Jesús Álvarez-García, el estudio ofrece otros resultados importantes. “Entre los pacientes que presentan un bajo riesgo a corto plazo, menos del cinco por ciento ingresa al cabo de un mes, lo que permite espaciar los controles ambulatorios. Si el paciente presenta un riesgo alto a corto plazo, será necesario aumentar la frecuencia de las visitas para evitar el ingreso”. Por otro lado, y ya a un año vista, “en caso de bajo riesgo, menos del 7-8 por ciento de los pacientes ingresan, por lo que su seguimiento pueden realizarlo cardiólogos ambulatorios”, añade Jesús Álvarez-García.
De este modo, seleccionar a pacientes de muy bajo riesgo permite reducir la complejidad de la asistencia hospitalaria. E identificar al que tiene alto riesgo permite “ser más agresivo con el tratamiento y hacer un seguimiento más estrecho en el tiempo”, señala este experto.
Asimismo, a partir del próximo otoño, el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau iniciará un estudio para determinar cómo se comporta la herramienta en pacientes visitados por internistas o médicos de atención primaria, que suelen tener un perfil distinto.