GM | jueves, 30 de mayo de 2019 h |

Una investigación con participación del Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal) ha detectado un riesgo de muerte más elevado en personas que viven en entornos con más concentración atmosférica de metales originados por la actividad humana, y que han medido en el musgo silvestre.

El trabajo, publicado en ‘Environment International’, ha analizado datos de 11.382 residentes en zonas rurales de toda Francia que pertenecen a la cohorte Gazel –un laboratorio epidemiológico abierto–, a quienes se realizó seguimiento a lo largo de 20 años.

“Nuestros resultados indican que los metales presentes en las partículas en suspensión podrían ser componentes clave en los efectos de estas sobre la mortalidad”, ha explicado la investigadora del Inserm y el ISGlobal –impulsado por La Caixa– Bénédicte Jacquemin.

Las personas incluidas en este estudio viven en zonas alejadas de los mayores núcleos urbanos, industriales y autopistas, y muy probablemente están expuestos a niveles de contaminación más bajos que las que viven en entornos urbanos: “Esto nos da una idea de la gravedad de los efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud, incluso a niveles de exposición relativamente bajos”.

Los científicos obtuvieron también datos del programa de biovigilancia BRAMM, que recoge y analiza muestras de musgo en zonas de Francia alejadas de los mayores núcleos industriales y de población, y que midió en laboratorio la presencia en el musgo de 13 metales: aluminio, arsénico, calcio, cadmio, cromo, cobre, hierro, mercurio, sodio, níquel, plomo, vanadio y zinc.

Han estudiado el musgo por su capacidad de retención de estos metales, lo que es útil para estimar la exposición de las personas que viven en zonas rurales, ha explicado la también última autora del trabajo, que ha señalado que los datos respaldan su hipótesis de que “la biovigilancia de musgos puede ser una buena técnica complementaria para identificar componentes tóxicos en las partículas en suspensión”.

“Existen pocos estudios sobre los efectos en la salud de los metales presentes en el aire, en parte debido a la escasez de estaciones de medición de la contaminación atmosférica y a otras limitaciones de orden técnico”, ha afirmado.

Geolocalización del musgo

Los datos de geolocalización de cada muestra de musgo, junto con los resultados del análisis en laboratorio, fueron introducidos en un modelo matemático para realizar un mapa de exposición de cada participante a los metales estudiados, que se clasificaron en dos grupos, en función de si su origen se consideraba natural o antropogénico.

El análisis final mostró que los participantes expuestos a mayores concentraciones atmosféricas de los metales de origen antropogénico tenían un riesgo más elevado de muerte.

En el grupo de metales considerados de origen antropogénico figuran el cadmio, el cobre, el mercurio, el plomo y el zinc, y aunque todos ellos se encuentran de manera natural en la corteza terrestre, su presencia en la atmósfera se debe a actividades humanas, como la industria, el tráfico o la calefacción.