Que las tecnologías avanzan a una velocidad vertiginosa no es un secreto para nadie. La salud no es menos en este aspecto y cada día las innovaciones en esta materia ponen al alcance del usuario servicios de una gran calidad que hace unos años ni hubiéramos soñado. Sin embargo, hay ocasiones en los que la propia tecnología pasa por alto algunos factores que afloran con la contribución humana. En el caso que nos ocupa Miguel Ángel Cobos, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos, ha descubierto la potencialidad que “escondía” un smartwatch para realizar un electrocardiograma completo. Una capacidad desconocida para la propia marca fabricante, lo que pone de relieve la capacidad de los profesionales sanitarios frente al imparable avance tecnológico.
Se trata concretamente de un Apple Watch de las series 4 y 5, una herramienta que ya contaba con un gadget capaz de grabar la actividad cardiaca durante 30 segundos mediante los electrodos que incorpora en su cristal trasero. A pesar de esta capacidad, la información que ofrece no está del todocompleta, ya que un electrocardiograma convencional comprende 12 derivaciones para tener una visión global sobre posibles señales de infarto. No obstante, gracias a las averiguaciones del doctor Cobos, este reloj inteligente puede realizar esta labor con una precisión e índice de fiabilidad similar a la del electro, lo que sí permitiría al aparato detectar signos de infarto de miocardio.

Según ha indicado en una presentación en la que ha estado acompañado de Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, pueden obtenerse tres derivaciones para conseguir un resultado “prácticamente idéntico”. Esto es posible al colocar el reloj en la muñeca izquierda y, posteriormente, sobre la pierna, para conseguir las derivaciones de las extremidades. Ubicándolo después en distintos puntos del tórax es posible registrar las derivaciones precordiales, de manera que se conseguiría un electrocardiograma parecido al de un electrocardiógrafo convencional.
Ventajas presentes y futuras
El hallazgo ha sido recientemente publicado en Annals of Internal Medicine, una de las revistas científicas con mayor índice de impacto. Este descubrimiento entraña múltiple ventajas, como el hecho de conseguir el mismo resultado con un aparato de 30 gramos que con monitor de ritmo, tal y como ha apuntado Cobos. “Tenemos 15 millones de electros circulando dispuestos a funcionar si realmente surge la ocasión”, ha dicho. Una virtud que, con la adecuada interpretación de un profesional de la cardiología, permite que cualquier persona pueda hacerse a sí misma, o a cualquier otra persona y en cualquier lugar, un electro completo que podría prevenir visitas a los servicios de urgencias o avisos a emergencias.

“La tecnología es cada vez más importante en la atención, diagnóstico y seguimiento del paciente”, ha señalado Ruiz Escudero, quien ha apuntado que esta debe caminar “de la mano de los profesionales”, a los que ha calificado como “irremplazables”. La potencialidad de dispositivos como estos relojes podría hacer que, en un futuro, estuvieran conectados con sistemas de inteligencia artificial capaces de hacer diagnósticos en multitud de situaciones de emergencia y proveer cuidados de salud en remoto.