Una década después de que la OMS recomendara el inicio universal del tratamiento antirretroviral en personas con VIH, un nuevo metaanálisis global revela que las enfermedades avanzadas relacionadas con el sida siguen siendo la principal causa de hospitalización en esta población. La revisión, publicada en The Lancet HIV, abarca el periodo entre 2014 y 2023 e incluye datos de más de 100.000 ingresos hospitalarios en todo el mundo.

El estudio, liderado por la investigadora Rachael M. Burke del London School of Hygiene & Tropical Medicine, actualiza los hallazgos de una revisión anterior (2007–2014) y confirma una persistente carga de enfermedad grave en personas con VIH, especialmente en regiones con recursos limitados. A pesar de que el 60% de los pacientes hospitalizados en este análisis estaban en tratamiento con TAR, el recuento mediano de linfocitos CD4 era de apenas 111 células/μL, indicador de un sistema inmune gravemente comprometido.

Principales causas de ingreso

Según el metaanálisis, el 42% de los ingresos se debieron a enfermedades definitorias de sida, siendo la tuberculosis la más frecuente, responsable del 19% de todos los ingresos hospitalarios. Las infecciones bacterianas ocuparon el segundo lugar, con un 26%, seguidas por neumonía por Pneumocystis jirovecii (7%) y la enfermedad criptocócica (5%). La prevalencia de estas causas varía según la región geográfica: mientras que en Europa y Norteamérica las enfermedades relacionadas con el sida representaron el 30% y 13% de los ingresos respectivamente, en regiones como África y el Pacífico Occidental superaron el 60%.

Estas cifras, señalan los autores, reflejan no solo desigualdades en el acceso al diagnóstico y tratamiento precoz del VIH, sino también limitaciones en las infraestructuras hospitalarias para prevenir o tratar eficazmente las infecciones oportunistas. El análisis muestra, además, que las enfermedades no transmisibles —como las cardiovasculares o digestivas— siguen siendo causas menos frecuentes de ingreso, lo que podría deberse tanto a un subregistro como a una menor capacidad diagnóstica en determinados entornos.

Brechas en el control virológico

Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es que la mortalidad hospitalaria sigue siendo elevada: un 17% de los pacientes ingresados fallecieron durante su estancia hospitalaria. Esta cifra aumenta hasta el 46% en los ingresos en unidades de cuidados intensivos. De nuevo, se observan diferencias regionales marcadas: la mortalidad fue más alta en Asia Sudoriental (22%) y África (19%) que en Europa (8%) o Norteamérica (10%).

A pesar de que un 60% de los pacientes hospitalizados declararon estar en tratamiento antirretroviral, solo el 42% presentaban supresión viral, lo que sugiere problemas en la adherencia, el acceso continuado al tratamiento o la efectividad de los regímenes utilizados. “El hecho de que enfermedades propias del sida sigan siendo tan frecuentes entre personas que ya están en TAR evidencia fallos en la atención integral del VIH”, señalan los autores.

Comparado con el periodo 2007–2014, el panorama no ha cambiado sustancialmente. Aunque el porcentaje de personas en TAR al momento del ingreso ha aumentado (43% frente a 56%), la prevalencia de enfermedades definitorias de sida se ha mantenido prácticamente igual (46 % en 2007–14 frente a 42% en el nuevo análisis). Asimismo, la mortalidad hospitalaria se ha reducido poco, lo que refleja una persistente brecha entre la disponibilidad del tratamiento y su efectividad en la práctica clínica real.

Implicaciones y necesidades de investigación

Los autores subrayan que lograr los objetivos 95-95-95 de ONUSIDA (diagnóstico, tratamiento y supresión viral en el 95% de las personas con VIH) es solo el primer paso. “El ingreso hospitalario representa una ventana crítica para intervenir. Es imprescindible reforzar el diagnóstico temprano de enfermedades oportunistas, el apoyo a la adherencia y la continuidad del tratamiento, así como mejorar la calidad de la atención hospitalaria”, concluyen.

Asimismo, destacan la escasez de datos en población pediátrica —todos los estudios en niños incluidos provienen de África— y la necesidad urgente de más estudios que analicen las causas de ingreso en personas con VIH en contextos hospitalarios, usando metodologías estandarizadas y acceso adecuado a pruebas diagnósticas.

Este estudio, financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, pone de relieve una paradoja del tratamiento del VIH en la actualidad: el acceso al TAR ha mejorado, pero sigue sin traducirse en una reducción efectiva de las complicaciones graves. La lucha contra el sida, recuerdan los autores, no termina en el diagnóstico ni con el inicio del tratamiento: garantizar una atención hospitalaria de calidad y adaptada a las necesidades de los pacientes con enfermedad avanzada sigue siendo un reto urgente.


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