C. S. Zaragoza | viernes, 02 de diciembre de 2016 h |

Preceptuar, ordenar, determinar algo. Recetar, ordenar un remedio. Esas son dos de las acepciones que ofrece la RAE del verbo prescribir. En este caso, se trata de desprescribir. ¿Cuándo?, ¿a quién?, ¿por qué?

Durante el XXXVII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), el director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) de Medicina Interna del Hospital de la Serranía, Alberto Ruiz Cantero, participó en la mesa redonda ‘Cronicidad: Disociación teórico-práctica’, en la que se habló de los planes estratégicos de cronicidad, la pluripatología, la polimedicación y también la desprescripción.

La desprescripción no consiste en eliminar medicamentos cuando no hay adherencia, tampoco cuando existe inercia terapéutica, ni cuando los fármacos no están indicados o están contraindicados, sino que en aquellos medicamentos que estando bien indicados se opta por desprescribir por factores que aluden a la esperanza de vida de la persona, su dependencia funcional o el pronóstico vital”, explicó Ruiz a GACETA MÉDICA, al término de la conferencia.

El ejemplo que ofreció fue el de una persona con fibrilación auricular (FA), demencia avanzada y dependencia funcional con un índice de Barthel muy bajo —prácticamente una vida limitada a la cama—. En este caso, expuso, a pesar de que la anticoagulación esté indicada, ¿tiene sentido anticoagular?, planteó el especialista.

Hace unos años, el Grupo Cronos de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) junto con el Grupo de Paciente Pluripatológico y de Edad Avanzada de la SEMI pusieron en marcha un proyecto que consistió en plantear una herramienta que sirva de ayuda para que en los servicios de medicina interna puedan valorar en qué situaciones se puede desprescribir.

“Lo que se pretende es poner en marcha un ensayo clínico —para el cual, según un cálculo estadístico, se necesitaría una muestra de 526 pacientes— con dos brazos: en uno se desprescribe y en el otro se actúa siguiendo la práctica clínica habitual”, afirmó Ruiz, quien precisó que desde que el ensayo clínico empiece hasta que concluya transcurrirán unos dos años. “Hasta ahora se trata de un proyecto que se convertirá en ensayo clínico próximamente”, indicó.

Para concluir, Ruiz incidió en que en todas las comunidades autónomas (CC.AA.) se han hecho planes estratégicos de cronicidad, pero estos tienen “escaso desarrollo y escasa implementación”. País Vasco, Cataluña y Andalucía son, a sus ojos, las comunidades que “se llevan la palma” en implantación de medidas.

Microbiota intestinal y enfermedad

Otro de los temas que se abordaron durante el congreso fue el del papel que juega la microbiota intestinal en el desarrollo de patologías como la obesidad o la diabetes.

Borja Sánchez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), empezó recordando que la microbiota es “específica” para cada persona, existen entre 500 y mil especies y forma parte de una comunidad “muy compleja y dinámica” que influye en la salud del hospedador.

De entre sus diferentes funciones, Sánchez destacó que la microbiota “limita la proliferación de patógenos, contribuye al metabolismo humano, ayuda a la correcta maduración del sistema inmunológico, a la inactivación de compuestos tóxicos y a la interconversion de medicamentos”.

En este sentido, algunos estudios científicos han demostrado diferencias en la composición de la flora bacteriana de personas sanas o con diabetes tipo 2 (DM2) y se ha observado que la dieta mediterránea rica en fibra mejora la composición de la microbiota.

“Eubacterium halii reduce la resistencia a la insulina y retrasa el desarrollo de DM2 e Intestinimonas sp disminuye la formación de compuestos avanzados de glicosilación”, indicó el experto a modo de ejemplo.

Como conclusión, Sánchez subrayó que “algunos microorganismos beneficiosos son bacterias de los alimentos, pero muchos otros son miembros de nuestra microbiota intestinal” y, asimismo destacó que “muchas enfermedades y situaciones fisiológicas cursan con disbiosis cualitativas y cuantitativas de la microbiota intestinal”.

El trasplante de comunidades bacterias estandarizadas, definidas y seguras permitirá en el futuro ayudar a tratar enfermedades o al menos disminuir los efectos secundarios de los fármacos actuales, auguró.

Tratamiento de la obesidad

A continuación, en la mesa redonda ‘Alternativas en el tratamiento de la obesidad’ se puso de manifiesto el papel que juega la cirugía bariátrica en este ámbito y se profundizó en su impacto a largo plazo.

“La cirugía bariátrica es una herramienta terapéutica útil en el tratamiento de la obesidad y sus patologías asociadas”. Así lo aseguró el cirujano Joaquín Resa, de la Clínica Montpellier de Zaragoza, quien afirmó que, por otro lado, el bypass gastroileal es una técnica “rápida y segura con menos esteatorrea y “mejor absorción de vitaminas liposolubles que otras técnicas malabsortivas”. Aparte, es una técnica simple, modificable y reversible, como precisó Resa, que además presenta “un futuro prometedor en el tratamiento de la obesidad y el síndrome metabólico”.

Cuando le llegó el turno a Josep Vidal, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic, el foco se puso en el estudio Swedish Obese Subjects (SOS) —un trabajo de intervención controlada prospectiva de la cirugía bariátrica—.

De los “impresionantes” resultados que se obtuvieron, el facultativo incidió no solo en la pérdida de peso significativa y sostenida en el tiempo y la reducción de la mortalidad global y la incidencia de muerte CV, sino que se había conseguido una remisión y prevención de la DM2, la disminución de la incidencia de infarto de miocardio en esta patología, así como de cáncer.

Los resultados disponibles sugieren que la cirugía es una herramienta útil en el tratamiento de la persona obesa con comorbilidades asociadas”, aunque todavía hay que seguir trabajando para aprender mejor cuáles son las condiciones ideales de utilización.