La campaña 2020-2021 de vacunación frente a la gripe ha alcanzado cifras récord en España, ya que, por primera vez, se ha vacunado a más del 65% de la población mayor de 65 años. Ello, unido a las medidas de confinamiento y de seguridad (mascarilla, higiene de manos, etc.) adoptadas para la contención de la pandemia han contribuido a reducir los contagios de COVID-19 como, paralelamente, de gripe.
El Sistema de Vigilancia de Gripe en España (SVGE) ha notificado hasta el pasado 15 de abril 12 detecciones de virus de la gripe procedentes de muestras no centinela: 8 virus tipo B y 4 virus tipo A [un A(H3N2), dos A(H1N1) pdm09 y un ANS]. Esto significa que la última temporada de gripe ha presentado la incidencia más baja desde que hay registros.
Históricamente, existe gran variabilidad entre las ondas epidémicas gripales. Por ejemplo, durante la temporada 2019-2020 se estimaron en España 619.000 casos confirmados de gripe en Atención Primaria, más de 27.000 hospitalizaciones, 1.800 ingresos en UCI y 3.900 fallecimientos atribuidos a este virus (datos del Datos del Centro Nacional de Epidemiología, Instituto de Salud Carlos III).
En un contexto marcado por la pandemia del coronavirus, y el temor a una situación de ‘twindemic’ —tal como denominó originalmente The New York Times a la coincidencia de dos virus en una misma temporada—, el hecho de que la gripe diera un respiro esta temporada alivió la presión sobre el sistema sanitario.
La falta de exposición a la gripe, ¿podría provocar que la población sea más susceptible al virus cuando este regrese?
Sin embargo, la falta de exposición a la gripe, ¿podría provocar que la población sea más susceptible al virus cuando este regrese? “Las epidemias típicamente estacionales se basan en dos cosas: número de población susceptible y personas que acceden a esa población por nuevos nacimientos y que no habían tenido contacto con el virus”, explica a GACETA MÉDICA Raúl Lejarazu, consejero científico del Centro de la Gripe de Valladolid.
Cabe recordar que la población tiene cierta inmunidad natural a la gripe, debido a años de exposición a varias cepas del virus. Las personas son susceptibles a nuevas cepas de la gripe cada año, pero menos que a otros virus totalmente desconocidos.
“Un 50% de la población pierde al cabo de un año la inmunidad específica frente a la cepa con la que se vacunó el año anterior”
Raúl Lejarazu, consejero científico del Centro de la Gripe de Valladolid
“Este año ha habido poca gripe, poca difusión del virus y pocas personas que se hayan infectado. La inmunidad se pierde, y por ello las personas se vacunan cada año. Aproximadamente, hay un 50% de la población que al cabo de un año ha perdido la inmunidad específica frente a la cepa con la que se vacunó el año anterior”, añade Lejarazu.
“Cada año las cepas que circulan provocan una cierta inmunidad inducida por la infección natural que no tiene nada que ver con la inmunidad de las vacunas”
José María Eiros, catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVA)
“La razón de fondo es que los profesionales que trabajan en respuesta inmunitaria de gripe sostienen que, de alguna manera, cada año las cepas que circulan provocan una cierta inmunidad inducida por la infección natural que no tiene nada que ver con la inmunidad de las vacunas, que además ejerce protección heterotípica frente a otras cepas”, argumenta José María Eiros, catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVA).
Por todo ello, si la inmunidad a la gripe disminuyó durante la pandemia debido a la falta de exposición a las últimas cepas de gripe, más personas de lo habitual pueden ser susceptibles al virus.
“Desde el punto de vista de inmunidad a la población, la circulación anual de la gripe es un refuerzo inmunitario”
Jesús Castilla, médico especialista en medicina preventiva e investigador en el Instituto de Salud Pública de Navarra
“Desde el punto de vista de inmunidad a la población, la circulación anual de la gripe es un refuerzo inmunitario. No para toda la población, pero sí para el 5-10% de la misma que se haya expuesto al virus”, señala Jesús Castilla, médico especialista en medicina preventiva e investigador en el Instituto de Salud Pública de Navarra.
“Adolecemos de modelos que nos permitan establecer con precisión cómo va a ser la actividad gripal en la próxima temporada”
José María Eiros, catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVA)
Sin embargo, los expertos no están seguros de que vaya a ocurrir. “Primero de todo, no sabemos si va a haber mucha o poca gripe. Esto nadie lo puede saber. Es una conjetura afirmar que podría haber más gripe porque ha habido más tiempo sin circulación del virus gripal normal”, puntualiza Lejarazu. “¿Qué va a ocurrir en la siguiente temporada? No lo sabemos. Tenemos la intuición de que la gripe regresará, pero adolecemos de modelos que nos permitan establecer con precisión cómo va a ser la actividad gripal en la próxima temporada”, destaca por su parte Eiros.
“Lo que viene nadie lo sabe. Hay datos que te abren posibles hipótesis que conducirían a diferentes escenarios. Pero la realidad es que con la gripe siempre hay elementos que te pueden sorprender y que pueden ir en contra de la lógica”, continúa Castilla. “Esto es una situación nueva no conocida. Por ejemplo, que no haya circulado ahora puede dar argumentos para explicar que el nuevo virus que aparezca pueda tener elementos nuevos más difíciles de ser cubiertos”, añade el preventivista.
Incrementar las coberturas de vacunación
Los científicos aún no saben asegurar qué medidas de Salud Pública fueron más efectivas para erradicar la gripe esta temporada, pero sí destacan la relevancia de comportamientos como el uso de mascarillas y el lavado frecuente de manos, así como el incremento en las coberturas de vacunación en todo el mundo y, en concreto, en determinados segmentos de edad.
“Si se hace una buena campaña de vacunación, lo que perdemos por un lado ganamos por el otro”
Jesús Castilla, médico especialista en medicina preventiva e investigador en el Instituto de Salud Pública de Navarra
“Si se hace una buena campaña de vacunación, lo que perdemos por un lado ganamos por el otro. En lo que vaya a ocurrir en próximas temporadas entran en juego una serie de factores biológicos que pueden influir a favor o en nuestra contra, pero también depende de lo que haga la población, el sistema sanitario y en concreto, la estrategia de vacunación. Que la cobertura de vacunación sea más o menos alta modifica la situación”, puntualiza Castilla.
Cada año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publica sus recomendaciones para la composición de las vacunas antigripales de la siguiente temporada. En febrero lo hace para el hemisferio norte y en agosto para el hemisferio sur. Las recomendaciones se construyen a partir de la información disponible: vigilancia epidemiológica de la gripe, caracterización antigénica y genética de los virus detectados, estudios serológicos, efectividad vacunal, resistencia a antivirales…
“En España han circulado pocas cepas pero en el conjunto del hemisferio norte ha habido más de 4.000 virus de la gripe aislados. Con ellos, se ha hecho la composición de la vacuna para el año que viene”, sostiene Lejarazu.
“Al ser menor la probabilidad de replicación del virus en un huésped, existen menos posibilidades de que haya evolucionado”
José María Eiros, catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVA)
“Las recomendaciones de la OMS respecto al desarrollo de vacunas para la temporada 2021-2022 se realizan en base a los datos que reportábamos los centros de gripe y la circulación de cepas previas de dos temporadas atrás (2019-2020). Por tanto, si el virus no ha circulado tanto como es habitual, hay menos posibilidades de que haya mutado. Al ser menor la probabilidad de replicación del virus en un huésped, existen menos posibilidades de que haya evolucionado”, concluye Eiros.