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El Director General del CDC África, Jean Kaseya, en la RDC para evaluar la situación sobre el terreno y ampliar el apoyo en la investigación de la "enfermedad X".

La denominada “enfermedad X” es una patología no diagnosticada que está afectando a cientos de personas en una zona rural de la República Democrática del Congo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado que este brote podría ser la manifestación de un nuevo patógeno con potencial para convertirse en una amenaza, pero puntualiza que actualmente el riesgo a escala internacional es bajo. Detectada inicialmente en octubre en la provincia de Kwango, la enfermedad afecta principalmente a niños pequeños y a personas con desnutrición severa, presentando síntomas como fiebre, dificultades para respirar, tos y anemia, lo que sugiere que podría tratarse de una enfermedad respiratoria previamente desconocida.

En este sentido, Javier Membrillo, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), en declaraciones a Gaceta Médica destaca que “lo primero lanzar un mensaje de tranquilidad”. El especialista explica que hasta el momento se conoce que “ha habido un clúster de casos de una enfermedad que parece de perfil respiratorio en una zona rural remota con bajo nivel, no solo de asistencia sanitaria, sino simplemente de acceso a una nutrición básica, en una zona remota selvática del Congo”. Estas primeras informaciones de primeras hacen pensar en perfiles de patologías asociados a fiebres hemorrágicas o a posibles nuevos virus que desencadenen pandemias, “pero de momento lo que sabemos es que no se ha identificado ningún nuevo patógeno, ni ningún patógeno productor de fibras hemorrágicas”, asegura Membrillo.

Existen varios factores que hay que tener en cuenta en esta situación: primero, es que se trata de una zona conocida por haber sufrido epidemias en el pasado y, segundo, que la información que ha aportado la OMS determina que lo más probable es que se trate de un brote de infecciones respiratorias conocidas, como podrían ser neumonías bacterianas, ligadas a personas que sufren de anemia y viven en un contexto de bajo nivel nutricional, que los hace más susceptibles a todo tipo de enfermedades.

“Sin embargo, esto no quita que sí es posible que se trate de un virus o bacteria nueva”, puntualiza el especialista, que añade que “esto hace que tengamos que estar vigilantes y esperar los resultados que se están trabajando en los laboratorios“. Membrillo subraya que el contexto en el que se está desarrollando esta situación es importante, ya que tiene un papel de peso en cómo está ocurriendo. “Estamos en una región del mundo en la que simplemente llegar hasta el lugar donde se ha producido el brote son 2 días de viaje y, luego, hay que hacer un manejo y un procesamiento de las muestras que en la zona local será más complejo, ya que es probable que no se tengan los medios suficientes”. Aun así, “tenemos que estar expectantes porque no es imposible, aunque con la información que tenemos hasta el momento parece poco probable que se trate de un patógeno nuevo”, aclara el experto.

Cómo se actúa en estas situaciones

Membrillo explica que el primer paso cuando se empieza a detectar un brote de estas características “es que tienen que llegar especialistas en salud pública a la zona y hacer una correcta y amplia encuesta epidemiológica, así como tomar todo tipo de muestras, tanto de las personas como de posibles focos de origen, que podrían estar en zonas de ventilación, en aguas de consumo, en alimentos o en animales y hacer un estudio conjunto microbiológico y epidemiológico“.

En este sentido, desde los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de África, (CDC, por sus siglas en inglés) ya se ha enviado a expertos a esta zona para que realicen los trabajos de investigación. Asimismo, el CDC de África expone las características que engloban este brote, como que el epicentro del mismo, la zona sanitaria de Panzi, se encuentra a unos 700 km al sureste de Kinshasa. “Con una población de alrededor de 200.000 habitantes repartidos en 7.377 km², la limitada capacidad de laboratorio del distrito requiere que las muestras se transporten al laboratorio nacional de referencia en Kinshasa, lo que pone de relieve la urgente necesidad de una infraestructura de laboratorio descentralizada”, puntualizan en un comunicado.

Este organismo asegura que están colaborando estrechamente con el Ministerio de Salud de la República Democrática del Congo, el Instituto Nacional de Investigación Biomédica (INRB) y otros profesionales para mejorar la vigilancia de enfermedades mediante genómica. “Este esfuerzo busca establecer una estrategia nacional sostenible de genómica de patógenos y descentralizar la capacidad de los laboratorios para fortalecer la respuesta ante brotes”, subrayan. Para ello, los CDC de África han proporcionado herramientas avanzadas, como equipos de diagnóstico y secuenciación molecular, reactivos de prueba y un servidor para análisis bioinformáticos. Estos recursos han permitido al INRB mejorar significativamente su capacidad para identificar rápidamente patógenos y realizar pruebas moleculares y secuenciación en todo el país.

Además, los CDC han desplegado en la zona un equipo multidisciplinar de apoyo, que incluye epidemiólogos, científicos de laboratorio y expertos en control de infecciones, trabajando en conjunto con la OMS y otros colaboradores para evaluar la situación y agilizar las pruebas y medidas de control.

Situación de vulnerabilidad

A pesar de la falta de evidencia sobre una epidemia causada por este posible nuevo agente infeccioso en la región, es fundamental reflexionar sobre dos aspectos clave, asegura Membrillo. “En primer lugar, el acceso universal a servicios básicos de salud, higiene y alimentación sigue siendo insuficiente, lo que pone en riesgo a poblaciones vulnerables, como las de la República Democrática del Congo”. El experto señala que a menudo estos brotes son provocados por patógenos conocidos, pero “afectan a personas con bajos niveles de vacunación y malnutrición, lo que incrementa la morbilidad y mortalidad”, explica. Además, en zonas rurales y selváticas donde el contacto con animales es frecuente, no se puede descartar la posibilidad de la aparición o diseminación de zoonosis.

En segundo lugar, como asegura el experto, “es crucial comprender que no se puede abordar un nuevo brote en el Congo simplemente cerrando fronteras”. La solución radica en garantizar cobertura sanitaria y nutricional adecuada en estas regiones. Según Membrillo, “ignorar estos problemas, como ocurrió con la mpox o el ébola, solo retrasa la respuesta global y, eventualmente, si no se toman medidas preventivas, estos brotes pueden expandirse y llegar a otras partes del mundo”. Por ello, “debemos prepararnos ante la posibilidad de nuevas epidemias o pandemias, abordando las debilidades en los sistemas de salud globales”, subraya el especialista.

En esta línea, Membrillo ha aprovechado para exponer la situación de nuestro país. “España sigue siendo el único país de la Unión Europea sin una especialidad en enfermedades infecciosas, lo que genera una situación crítica”, indica. En contraste, otros países desarrollados cuentan con una especialidad en enfermedades infecciosas, algo que España necesita con urgencia. “Aunque es improbable que el brote en el Congo origine la próxima pandemia, la experiencia demuestra que España debe estar mejor preparada para enfrentar futuras emergencias de salud pública”, puntualiza el experto. “No podemos permitirnos ser el último país en estar listo clínicamente para manejar una epidemia o pandemia”, concluye.


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