La COVID-19 ha acaparado varios aspectos de la salud en el último año. Desde la tos como síntoma más habitual de la enfermedad, hasta el uso de la mascarilla para evitar su contagio. Pero la palabra que más se ha asociado con el SARS-CoV-2 ha sido el concepto de ‘pandemia’. Teniendo en cuenta el contexto actual, cuando se habla de pandemia es inevitable pensar en el coronavirus.
No obstante, los expertos la llevan utilizando desde hace varios años atrás para referirse a otras enfermedades que no han dejado de crecer y afectar a grandes partes de la población. Y que, a día de hoy, sigue pasando.
La obesidad y la diabetes (en concreto la tipo 2) son dos de ellas, tal y como explicó el profesor Felipe Casanueva, catedrático de Endocrinología de la Universidad de Santiago, el pasado 15 de noviembre durante la celebración del XL Lección Memorial Fernández-Cruz. Y, además, de las más afectadas por la COVID-19.
“La obesidad es un problema en todo el mundo. Afecta a ocho millones y medio de compatriotas adultos, sin contar con las cifras de niños afectados. La obesidad es un asesino silencioso que acorta la esperanza de vida entre 4 y 10 años“.

Esta enfermedad puede desembocar además en otras enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, siendo además la primera causa de diabetes tipo 2. De igual forma, es responsable de la aparición del cáncer. En concreto, de 11 tipos, según Casanueva.
Hasta el momento, no se había relacionado la obesidad con enfermedades infecciosas, pero con la llegada de la COVID-19, esto ha cambiado.
“La obesidad es, en este momento, una causa muy importante de enfermedades infecciosas. Nunca había pensado que podía tener un papel en esto, aunque todavía no sabemos el por qué”.
Cien años de avances diabéticos
Este año, la Fundación Fernández-Cruz, además de celebrar el aniversario de su creación y el de la aparición del primer paciente con SIDA, también conmemoró el centenario del descubrimiento de la insulina.
Clotilde Vázquez, jefe del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Diaz (FJD), rememoró durante su ponencia cómo hace relativamente poco se supo del estudio de Empagliflozina en la insuficiencia cardiaca con fracción de eyección conservada.
“Desde la aparición de estos grupos de fármacos, el primero de ellos, en los análogos de GLP-1 en la saliva de un lagarto de Arizona, sólo hemos encontrado hallazgos positivos en el tratamiento de esa enfermedad”.

“Tan compleja -añadió Vázquez-, fenotípicamente tan diferente. Esa enfermedad sistémica, que tiene tanto aumento de la morbimortalidad como es la diabetes tipo 2”.
Según datos del Ministerio de Sanidad, sólo en España, la diabetes alcanzó a 3,07 millones de personas, de las que el 96,6 por ciento se correspondieron a la diabetes tipo 2.
Pero esta enfermedad no sólo afecta al páncreas y su incapacidad de generar la insulina necesario por sí solo, sino que también es responsable de otras patologías como la retinopatía, la cardiopatía isquémica o de la insuficiencia cardiaca y renal crónica, entre otras.
En cuanto a los avances dentro de esta patología, la experta destacó tanto los inhibidores SGTL2 como los análogos de GLP-1.
“Han demostrado con una evidencia científica máxima que mejoran todos los outcomes de la enfermedad cardiovascular y que protegen el riñón. Algo que no se había conseguido hasta ahora“.
El riesgo cardiovascular que no deja de crecer

La insuficiencia cardiaca, producto también de la diabetes tipo 2, crece y no deja de hacerlo, tal y como confirmó Vivencio Barrios, cardiólogo del Hospital Ramón y Cajal, la insuficiencia cardiaca crece y sigue creciendo. Sin embargo, se mostró entusiasmado ante lo que calificó como “dos familias espectaculares que nos han cambiado el paradigma de la insuficiencia cardiaca”, refiriéndose a los inhibidores SGTL2 y los inhibidores de la Nyprilisina presentes.
Por esta misma vía, José Tuñón, jefe del Servicio de Cardiología de la FJD, presentó el uso de alirocumab en síndrome coronario agudo como un tratamiento que presenta una menor asociación de mortalidad. Un dato que “no se había observado con otro medicamento para reducir los lípidos en los últimos 16 años”, así como otras conclusiones relacionadas con los niveles de PCSK9i.
“Disminuyen eventos cardiovasculares mayores en prevención secundaria. Los pacientes que tienen un alto riesgo cardiovascular son los que parecen obtener más beneficio de los inhibidores de PCSK9i“, expuso.
En esta mesa también participó el profesor Jesús Egido, catedrático de la FJD, con la presentación de los estudios CANTOS (canakinumab), COLOCOT y LoDoCo 2 (Colchicine), que, como explicó, han mostrado la importancia de inhibir la inflamación de la enfermedad cardiovascular.
“Es posible que inhibidores más potentes del inflamasoma del NLRP3 puedan proporcionarnos datos muy importantes para el futuro. Mientras tanto, creo que Colchicine es un fármaco prometedor para bajar la inflamación vascular en pacientes con enfermedades coronarias”.