Los resultados finales a largo plazo de un ensayo clínico llevado a cabo en 181 hospitales de todo el mundo han confirmado que Zejula (niraparib), desarrollado por GSK, es beneficioso como terapia de mantenimiento en mujeres con cáncer de ovario avanzado. Las pacientes que participaron en el estudio habían recibido este inhibidor de la enzima PARP después de haber respondido al tratamiento de primera línea de quimioterapia basada en platino.

Se estima que el 50 por ciento de las mujeres con este tipo de tumor presentan inestabilidad genómica o déficit de recombinación homóloga (HRD), según explicó Antonio González Martín, director del Cancer Center de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) y especialista en cáncer ginecológico, quien también es el investigador principal del ensayo. El experto señaló que, tras más de seis años de seguimiento, “el estudio muestra que el doble de pacientes con inestabilidad genómica en el tumor que han recibido mantenimiento con niraparib están libres de progresión o muerte a los cinco años frente a las pacientes que no lo recibieron”.

González destacó la relevancia de estos hallazgos, presentados durante el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), explicando que “la recaída del cáncer de ovario tiene un impacto negativo en la calidad de vida de las pacientes”. Añadió, además, que “al no haber recaído a los cinco años, es poco probable que lo hagan, lo que sugiere que pueden estar curadas”.

El estudio PRIMA/ENGOT-ov26, coordinado por el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario (GEICO) y apoyado por GSK, tenía como objetivo evaluar la eficacia de niraparib como tratamiento de mantenimiento tras la respuesta a la quimioterapia de primera línea. “De todos los estudios con inhibidores de PARP en primera línea, el ensayo PRIMA incluyó a pacientes con el peor pronóstico”, reiteró González.

El porcentaje de pacientes que se encuentran libres de progresión a cinco años es del 35 por ciento, una cifra significativa considerando que se trataba de un grupo de alto riesgo”, destacó. Además de la supervivencia libre de enfermedad, los investigadores presentaron los datos finales de supervivencia global (SG), que fueron similares en ambos grupos del ensayo. González explicó que este fenómeno podría deberse a la “larga supervivencia post-progresión observada en las pacientes, junto con el uso elevado de inhibidores de PARP en la recaída de las pacientes que no lo recibieron en primera línea”. A pesar del alto riesgo clínico de las pacientes incluidas en el estudio PRIMA, la SG de aquellas con inestabilidad genómica superó los cinco años, un resultado superior al observado en estudios previos.

La SG en cáncer de ovario ha mejorado notablemente en los últimos años, y en el caso de las pacientes HRD, más de la mitad están vivas a los cinco años, algo que antes era impensable”, subrayó González. El experto también señaló que el estudio ha aportado un gran conocimiento sobre el cáncer de ovario, “y estamos muy satisfechos con los resultados”. Además, confirmó que el perfil de seguridad de niraparib se ha mantenido estable en el seguimiento a largo plazo, “sin que se hayan detectado nuevas señales de preocupación para médicos o pacientes”, concluyó.


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