Como explica Carlos Camps, director de programas científicos de la Fundación ECO, la inmunoterapia “ha sido el gran regalo”. Hablar de largos supervivientes en cáncer, por ejemplo, de pulmón es una realidad a la que se enfrentan los oncólogos y algo “impensable” hace unos tres años.

“Estamos descubriendo la complejidad de la inmunidad del microambiente; del mundo molecular de la angiogénesis…”. Es aquí, dice Camps, donde la investigación está inmersa.

Con el objetivo de avanzar en el papel de la inmunoterapia ha tenido lugar el 1st ECO Cancer Immunotherapy Breakthrough, organizado por la Fundación ECO. El propósito no era otro que hacer una radiografía sobre la investigación actual en el ámbito de estas terapias, y analizar los resultados en práctica clínica, y cómo están contribuyendo a cambiar el pronóstico de determinados tipos de cáncer.  Como ha destacado Robert Dreicer, miembro de la American Society of Clinical Oncology (ASCO), uno de los objetivos que perseguimos con este simposio es proporcionar a los clínicos evidencia actualizada sobre la rápida evolución de la inmunoterapia en una variedad de neoplasias malignas, a través de la realidad clínica y la experiencia de los expertos”.

Jesús García-Foncillas, miembro de la Comisión Científica de la Fundación y jefe del departamento de Oncología del Hospital Fundación Jiménez Díaz, ha ahondado en la importancia de detectar a los pacientes que se beneficiarán de la inmunoterapia. “Estos deben empezar a incorporarse en la práctica clínica, ya que nos permiten precisar cuáles son los pacientes que pueden beneficiarse más de estos tratamientos, que actualmente aumentan la supervivencia global, como no habíamos tenido hasta ahora”.

Como ha señalado Vicente Guillem, presidente de la Fundación ECO, nos encontramos antes un cambio paradigmático en el abordaje de la Oncología debido a la inmunoterapia. “No tengo ninguna duda de que estamos en el inicio de esta modalidad terapéutica, y que los avances nos llevarán a progresos muy importantes en el tratamiento del cáncer impactando positivamente en la calidad de vida de los pacientes”.

Los perfiles genómicos

Durante toda la sesión los expertos han ahondado en nuevos enfoques en cáncer renal, urotelial y de próstata; en la “inmuno-revolución” en cáncer de pulmón; y en el rol de los biomarcadores en la inmunoterapia y los retos que afrontan, entre otros aspectos.

Entre los distintos aspectos tratados durante las diferentes sesiones, los biomarcadores han sido uno de los protagonistas. Estos marcadores biológicos predictivos pueden ayudar a perfilar los pacientes candidatos a un determinado tipo de inmunoterapias.

Como ha destacado Antonio Calles, especialista en el Hospital Universitario Gregorio Marañón, “la expresión del PDL-1 no tiene repercusión en el pronóstico cuando los pacientes son tratados con inmunoterapia”. Esta depende del tipo de biopsia que se esté analizando. Actualmente “nos encontramos ante un marcador imperfecto”.

En cuanto a la carga mutacional, el experto asegura que es un nuevo biomarcador que tiene muchas luces y sombras. “La TMB no se correlaciona con la expresión de PDL-1”. Calles asegura que la carga mutacional en sí como un número tampoco tiene valor.

Como ha señalado Natalie Vokes, miembro de ASCO, conocer el TMB sirve para planificar mejor el tratamiento. “Lo que nos muestra el análisis es que la TMB es que se trata de un biomarcador débil, aunque apunta a una biología interesante. En lugar de centrarnos exclusivamente en TMB como un biomarcador, también deberíamos tratar de comprender lo que este nos dice sobre la biología de por qué algunos pacientes responden a los puntos de control inmunológico y otros no”, ha señalado Vokes.

En su opinión, y en consonancia con el resto de expertos, resulta fundamental “usar modelos computacionales para integrar características únicas en modelos predictivos más sofisticados, que probablemente funcionarán mejor como biomarcadores que características únicas como TMB o PD-L1”.