endometrio

La Reunión Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) de 2025 ha vuelto a ser el marco perfecto para que se dieran a conocer las innovaciones terapéuticas que marcarán los próximos años.

En este sentido, dostarlimab, un anticuerpo monoclonal que actúa como bloqueador del receptor de muerte programada 1 (PD-1), se ha posicionado como una de las terapias inmunooncológicas con mayor potencial transformador en el tratamiento del cáncer. Este fármaco, desarrollado por GSK bajo el nombre Jemperli, ha protagonizado recientemente un nuevo avance al ampliar su indicación en Europa, tras demostrar un beneficio estadísticamente significativo en supervivencia global (SG) en pacientes con cáncer de endometrio primario, tanto avanzado como recurrente.

“Realmente ha sido una revolución en el tratamiento del cáncer de endometrio asociado a inestabilidad de microsatélites”, asegura Lorena Fariñas Madrid, médico especialista en Oncología Médica en la Unidad de Tumores Ginecológicos del Hospital Vall d’Hebron. “Ha sido uno de los primeros fármacos inmunoterápicos inhibidores de PD-1 que ha demostrado gran eficacia en este subtipo de tumores, tanto controlando la enfermedad como aumentando la tasa de respuestas y supervivencia global de las pacientes”.

El impacto clínico es evidente, pero su valor también reside en su versatilidad, solidez científica y proyección a largo plazo, con investigaciones potentes en marcha y aplicaciones potenciales en varios tipos de tumores.

Un cáncer muy común

El cáncer de endometrio es el tumor ginecológico más común en Europa y, aunque en muchos casos se diagnostica en fases tempranas, sigue siendo un reto en sus formas más avanzadas o recurrentes. Además, se estima que alrededor del 75% de las pacientes presentan tumores con sistema competente de reparación de errores de emparejamiento (MMRp) y estabilidad de microsatélites (MSS), un perfil biológico que históricamente ha tenido opciones terapéuticas limitadas. “Esto ha marcado un puntode inflexión”, apunta Fariñas. “El hecho de que dostarlimab haya demostrado beneficio también en pacientes que no tienen inestabilidad de microsatélites mejora la supervivencia global y el pronóstico de un grupo mucho más amplio”.

Para este grupo mayoritario, la reciente aprobación por parte de la Comisión Europea representa un importante avance. Actualmente, está aprobado en primera línea de tratamiento para enfermedad avanzada recurrente en combinación con carboplatino y paclitaxel, tanto en población con inestabilidad de microsatélites como en población sin inestabilidad de microsatélites o estable y en segundas y terceras líneas para población MSI-H en monoterapia.

La autorización se basa en los resultados de la Parte 1 del ensayo clínico RUBY, un estudio pivotal de fase III que ha demostrado una reducción del 31% en el riesgo de muerte con la combinación frente a la quimioterapia sola. Los datos más actualizados de este estudio se presentaron en ASCO.

En el análisis a 2,5 años, el 61% de las pacientes tratadas con dostarlimab más quimioterapia seguían con vida, frente al 49% del grupo de control. La mediana de supervivencia global también fue superior en el grupo experimental: 44,6 meses frente a 28,2 meses. Estos resultados consolidan esta alternativa terapéutica como una opción eficaz y duradera en un contexto clínico donde hasta ahora las opciones eran insuficientes.

Hasta el 2021, “el pronóstico de una paciente que progresaba a primera línea era realmente muy desalentador, con una supervivencia media en torno al año o año y medio”, recuerda Fariñas. “No teníamos muchas alternativas de tratamiento. Que dostarlimab esté disponible como estándar ha cambiado ese escenario”.

No obstante, la experta subraya que aún existen retos clínicos importantes. “Uno de los principales desafíos es identificar qué pacientes con inestabilidad de microsatélites progresan o no responden a la inmunoterapia”, indica. “En estos casos, actualmente no hay un tratamiento estándar posterior más allá de la quimioterapia o los estudios clínicos, y la supervivencia media ronda de los 12 a 15 meses”.

El perfil típico de las pacientes con cáncer de endometrio que se benefician de este tipo de tratamientos suele corresponder a mujeres entre los 50 y 60 años, a menudo con factores de riesgo metabólicos como obesidad, diabetes o hipertensión. Algunas tienen antecedentes familiares de cáncer ginecológico: “Esto es lo que nos hace pensar que esta paciente podría tener una alteración de inestabilidad de microsatélites a nivel tumoral”, explica.

Una inmunoterapia con proyección

El potencial de esta alternativa va más allá del cáncer de endometrio. Actualmente, es uno de los ejes clave de la investigación en inmunooncología, área que incluye múltiples estudios en tumores ginecológicos, cáncer colorrectal, cáncer de pulmón y otros tipos de tumores sólidos.

Se están desarrollando ensayos clínicos que evalúan el fármaco tanto en monoterapia como en combinación con otros agentes, con el fin de ampliar su aplicabilidad a más perfiles tumorales y líneas de tratamiento.

En Estados Unidos, ya cuenta con varias aprobaciones por parte de la FDA. Está indicado en combinación con quimioterapia como tratamiento de primera línea en cáncer de endometrio avanzado o recurrente, independientemente del estado MMR. Además, ha sido aprobado como monoterapia para pacientes con cáncer de endometrio recurrente o avanzado con dMMR que hayan progresado tras un tratamiento con platino y no sean candidatas a cirugía o radioterapia curativa.

También está autorizado en EE.UU. para tumores sólidos recurrentes o avanzados dMMR que hayan progresado durante o después de un tratamiento previo y que no dispongan de opciones terapéuticas satisfactorias.

Un factor clave en la consolidación de esta alternativa terapéutica es su perfil de seguridad manejable, aspecto especialmente importante al combinarse con regímenes de quimioterapia estándar. En RUBY Parte 1, los eventos adversos más frecuentes (≥10%) fueron erupciones cutáneas, hipotiroidismo, fiebre, elevación de enzimas hepáticas y sequedad de piel. Todos ellos consistentes con los perfiles de los fármacos implicados.

Esta tolerabilidad favorece su uso continuado y su combinación con otros agentes, lo que amplía aún más su uso clínico y su potencial en líneas de tratamiento sucesivas. Además, el impacto en la calidad de vida de este fármaco es clave. “Buscamos aumentar la supervivencia, pero sin comprometer la calidad de vida”, señala Fariñas, que añade: “Ha demostrado que no deteriora la calidad de vida, sino que puede mejorarla, como se vio en ASCO 2025“.

Un futuro prometedor

Los nuevos estudios están evaluando nuevas combinaciones con esta molécula e indicaciones tumorales. “Lo que parece que va a ser más prometedor es la combinación con inmunoconjugados o fármacos ADCs”, destaca Fariñas. De hecho, en ASCO ya se avanzaron algunos estudios que planteaban agregar dostarlimab a la quimioterapia basada en platino seguida de mantenimiento con niraparib, con o sin bevacizumab, en cáncer de ovario avanzado.


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