La leucemia mieloide crónica (LMC) representa hasta el 20% de todas las leucemias y gracias a las terapias actuales se logra el control de la enfermedad en el 95% de los casos. Sin embargo, hay un 15% por ciento de los pacientes que generan resistencias o intolerancias a los tratamientos habituales de la práctica clínica.
En ese sentido, durante el Congreso Anual virtual de la Asociación Europea de Hematología (EHA), se han presentado varias comunicaciones con nuevos fármacos para rescatar a los pacientes que han dejado de responder al tratamiento.
Una de las novedades del congreso ha sido la presentación de datos con nuevos fármacos inhibidores de la tirosina quinasa como asciminib. «Es un fármaco cuyo mecanismo de acción es completamente diferente al que hemos utilizando anteriormente», explica a GACETA MÉDICA Valentín García Gutiérrez, ajunto del Hospital Universitario Ramón y Cajal y miembro del Grupo Español de Leucemia Mieloide Crónica (GELMC). «Los datos muestran como los pacientes que no pueden continuar con su tratamiento, ya no solo por criterios de resistencia, sino por criterios de tolerabilidad, se benefician de asciminib«, añade.
Asimismo, el encuentro virtual también ha demostrado como optimizar fármacos que ya se utilizan en el abordaje de la enfermedad. El ensayo OPTIC ha presentado resultados alentadores de ponatinib en un rango de tres dosis iniciales (45, 30 o 15 mg) con el objetivo de optimizar su eficacia y seguridad.
Pacientes intolerantes
Un punto importante en las comunicaciones presentadas en EHA son las novedades asociadas a pacientes que, sin haber fracasado en sus tratamientos previos, no pueden continuar con ellos por sobrepasar los índices de tolerabilidad.
«Se han presentado datos interesantes con bosutinib en pacientes intolerantes. Como se ha podido comprobar en este congreso, las novedades no se han centrado solo en los pacientes que fracasan a los tratamientos previos sino que no pueden continuar por los efectos secundarios«, continúa el hematólogo.
«También se han mostrado datos interesantes en aquellos pacientes que no han alcanzado respuestas completas con el fármaco que se da en primera línea en esta enfermedad (imatinib) pero sí han respondido tras un cambio precoz a un inhibidor de segunda generación como es dasatinib«, añade el especialista.
Las leucemias crónicas se caracterizan por una evolución lenta de la enfermedad. Por ello, «es muy importante este tipo de resultados para el objetivo que tenemos marcado, que es que nuestros pacientes puedan discontinuar el tratamiento porque al final es lo más cercano a que los pacientes se consideren curados«.
Discontinuar el tratamiento
El pronóstico de los pacientes con LMC es similar al de la población general gracias a nuevos tratamientos. «Todos tendrán la supervivencia de la población general gracias a un manejo adecuado y a la identificación precoz de los pacientes intolerantes a los inhibidores de tirosina quinasa», subraya el hematólogo.
«Sin embargo, hoy en día no solamente queremos que los pacientes vivan igual que otros pacientes sin leucemias, sino que queremos mejorar la calidad de vida y estamos inmersos en el objetivo de poder discontinuar el tratamiento», concluye.