En el marco del Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica 2024 (ESMO, por sus siglas en inglés) se han presentado varios estudios relevantes en el campo de los cánceres ginecológicos. Los cánceres ginecológicos, como el de endometrio y el cuello uterino, siguen siendo una de las principales causas de mortalidad por cáncer y representan un desafío considerable para la salud de las mujeres a nivel mundial.
En este contexto, durante el evento han presentado importantes novedades. Por un lado, Aunque la inmunoterapia ha mejorado notablemente la supervivencia en muchos tipos de cáncer, como el melanoma, los resultados en pacientes con cánceres ginecológicos han sido más variables. Por esta razón, hay un gran interés en encontrar las mejores estrategias para aplicar la inmunoterapia en este grupo de pacientes. Ahora, han identificado nuevos grupos de mujeres con cáncer de endometrio y cuello uterino en etapas iniciales que muestran un beneficio clínico considerable al añadir la inmunoterapia a los tratamientos estándar.
Por otro lado, un estudio preliminar en humanos ha revelado una actividad antitumoral prometedora con un nuevo conjugado anticuerpo-fármaco (ADC) dirigido contra la proteína claudina 6 en pacientes con cáncer de ovario y endometrio que habían recibido múltiples tratamientos previos.
Pembrolizumab con quimiorradioterapia
Los resultados de un estudio fase III, aleatorizado y doble ciego en pacientes con cáncer de cuello uterino localmente avanzado y de alto riesgo mostraron que la combinación de pembrolizumab con quimiorradioterapia concurrente mejoró significativamente la supervivencia global. A los tres años, la tasa de supervivencia global fue del 82,6 por ciento en las pacientes que recibieron pembrolizumab, en comparación con el 74,8 por ciento en el grupo que recibió placebo. Todas las participantes también fueron sometidas a quimiorradioterapia.
A los tres años, la tasa de supervivencia global fue del 82,6 por ciento en las pacientes que recibieron pembrolizumab, en comparación con el 74,8 por ciento en el grupo que recibió placebo. Todas las participantes también fueron sometidas a quimiorradioterapia.
“La combinación de inmunoterapia con quimiorradioterapia establece un nuevo estándar de tratamiento para pacientes con cáncer de cuello uterino localmente avanzado y de alto riesgo”, señaló Isabelle Ray-Coquard, presidenta del Grupo de Investigadores Nacionales para la Evaluación de los Cánceres de Ovario (GINECO) en el Centro Leon Bérard de la Universidad Claude Bernard de Lyon (Francia), quien no participó en el estudio. “Aunque en etapas iniciales los tratamientos actuales, como la radioquimioterapia, pueden curar la enfermedad, sus efectos secundarios son significativos, necesitamos aumentar las probabilidades de curación con nuevas opciones de tratamiento que se toleren mejor”, indicó la especialista que añadió que “las futuras investigaciones deberán identificar qué subgrupos de pacientes con enfermedad localizada se benefician más de la inmunoterapia, y también definir las combinaciones óptimas de tratamiento para maximizar los resultados con inmunoterapia en el futuro”.
En relación con esto, otro estudio aleatorizado de fase III en mujeres con diagnóstico reciente de cáncer de endometrio de alto riesgo encontró que añadir el inhibidor de puntos de control inmunitarios pembrolizumab a la quimioterapia post-cirugía no mejoraba la supervivencia libre de enfermedad. Sin embargo, el análisis de subgrupos reveló que las pacientes con tumores que presentaban reparación de errores de emparejamiento (dMMR) experimentaron mejoras clínicamente significativas en la supervivencia libre de enfermedad con la inmunoterapia.
“Aunque este ensayo no es positivo en el conjunto de la población estudiada, nos aporta información importante que indica que las pacientes con tumores endometriales dMMR son más sensibles y reactivas a la inmunoterapia”, afirmó Elene Mariamidze, oncóloga médica de la Clínica Todua de Tiflis (Georgia) y presidenta de la Escuela Georgiana de Oncología, que tampoco participó en el estudio. La experta sugirió que los resultados orientarán futuras investigaciones con inmunoterapia en cáncer de endometrio en fase inicial.
Subgrupos de pacientes
Aunque reconoce los beneficios de la inmunoterapia en algunos cánceres ginecológicos, Ray-Coquard concuerda en que no es adecuada para todas las pacientes. “Tenemos que centrarnos en qué subgrupos de pacientes con determinados cánceres ginecológicos se benefician de la inmunoterapia. Los hallazgos sobre el subgrupo con tumores dMMR endometriales recién diagnosticados ofrecen un ejemplo muy valioso de que la identificación de un buen biomarcador nos permite cambiar definitivamente la historia de una paciente”, añadió.
Un estudio inicial de fase I en humanos con TORL-1-23, un conjugado anticuerpo-fármaco (ADC) dirigido a la proteína claudina 6, demostró ser bien tolerado y mostró actividad antitumoral en pacientes con cánceres de ovario y endometrio que habían recibido múltiples tratamientos previos y presentaban expresión de esta proteína. La claudina 6 está anormalmente presente en varios tipos de cáncer, incluidos el de ovario y el endometrio. Los investigadores señalaron que este estudio, que también incluyó a pacientes con cáncer testicular y cáncer de pulmón no microcítico, evidenció una actividad antitumoral preliminar prometedora.
Un estudio inicial de fase I en humanos con TORL-1-23, un conjugado anticuerpo-fármaco (ADC) dirigido a la proteína claudina 6, fue bien tolerado y mostró actividad antitumoral en pacientes con cánceres de ovario y endometrio que habían recibido múltiples tratamientos previos y presentaban expresión de esta proteína.
“Aunque se encuentra en una fase inicial, este estudio es muy interesante por varias razones”, afirmó Ray-Coquard. “En primer lugar, allana el camino hacia una nueva diana para los conjugados anticuerpo-fármaco en cánceres ginecológicos, para los que actualmente disponemos de muy pocos validados y, en segundo lugar, los hallazgos sugieren una eficacia potencial en el cáncer de ovario, una enfermedad para la que actualmente tenemos muy pocas opciones de tratamiento”.
En opinión de la experta, la claudina 6 es especialmente interesante como diana terapéutica debido a que su expresión es muy baja en las células sanas. Esto implica que atacar la claudina 6 en las células cancerosas podría reducir el riesgo de dañar las células sanas, lo que a su vez limitaría la toxicidad del tratamiento. “El siguiente paso consistirá en confirmar la respuesta y su duración, evaluar el efecto sobre la supervivencia sin progresión en un grupo más amplio de pacientes con cáncer de ovario y comprobar la seguridad y eficacia en un ensayo clínico aleatorizado de fase 3”, subrayó Ray-Coquard.
Por su parte, Mariamidze afirmó que de cara a los próximos años “las terapias combinadas serán el futuro de los cánceres ginecológicos, con posibles combinaciones de inmunoterapia con quimioterapia o radioterapia y agentes dirigidos. También hay un importante margen de crecimiento en el desarrollo de medicamentos personalizados, como las vacunas neoantígenas y la inmunoterapia personalizada basada en el tipo de tumor y sus características moleculares”.
También te puede interesar…