La vitamina D forma parte de un complejo sistema hormonal cuya principal función consiste en regular el metabolismo fosfocálcico y la homeostasis esquelética. Pero hoy se sabe que los receptores de vitamina D no solo están presentes en las células del hueso, del intestino y de los demás órganos implicados en el metabolismo fosfocálcico, sino que se expresan también en otros tipos celulares como el miocardio, el endotelio y el músculo liso vascular. Gaceta Médica entrevista a Ignacio Fernández Lozano, jefe de la Sección de Arritmias del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Puerta de Hierro, sobre la asociación entre vitamina D y riesgo cardiovascular.

Pregunta. Respecto a la salud cardiovascular, ¿hay evidencia de que un déficit de 25-OH-Vitamina D esté asociado a una mayor incidencia de eventos cardiovasculares?
R. Existe evidencia de que niveles bajos de 25-0H-D se asocian con más eventos cardiovasculares; más infartos, más episodios de insuficiencia cardíaca y más ingresos hospitalarios durante el seguimiento. Esto lo conocemos desde hace muchos años gracias a estudios como el Health Professionals Follow-Up Study (HPFS), el estudio Framingham o el estudio Luric. Este último es un trabajo sobre angioplastia primaria que demostró que los pacientes con estados carenciales de vitamina D presentaban más recurrencia de eventos sistémicos.
P. ¿La suplementación con compuestos de vitamina D en pacientes con niveles deficientes puede reducir el riesgo de eventos y mortalidad cardiovascular?
R. Esa es la segunda parte de la ecuación sobre la que tenemos menos evidencia actualmente. Tenemos la certeza de que niveles más bajos de 25-0H-D se asocian a un peor perfil de riesgo cardiovascular y más frecuencia de eventos. Sin embargo, disponemos de datos contradictorios sobre si la suplementación con compuestos de vitamina D reducen de forma significativa los eventos cardiovasculares. Los datos indican que sí hay beneficios en otros órganos y otras especialidades, más a nivel óseo y a nivel articular, pero falta una evidencia clara y contundente de eventos cardiovasculares. Probablemente esa sea una de las razones por la cual los cardiólogos se han adentrado menos en este campo de la vitamina D que otras especialidades como Endocrinología, Nefrología, Reumatología…
“Niveles bajos de 25-0H-D se asocian con más eventos cardiovasculares; más infartos, más episodios de insuficiencia cardíaca y más ingresos hospitalarios durante el seguimiento”.
P. ¿Por qué se trata de datos contradictorios?
R. No en todos los estudios se han utilizado los compuestos más efectivos para reponer los niveles de vitamina D efectiva que tenemos en el organismo. Se han utilizado distintos propulsores y distintos profármacos, que no presentan la misma absorción ni efectividad. Asimismo, no se han administrado en la población que más se puede beneficiar. Estoy convencido de que próximamente tendremos pruebas fehacientes sobre que la suplementación con vitamina D, y con los compuestos adecuados, es beneficiosa en la reducción del riesgo cardiovascular.
P. ¿Qué perfil de paciente con patologías cardiovasculares previas se pueden beneficiar más de la suplementación con vitamina D?
R. Considero que tanto en pacientes con cardiopatía isquémica como aquellos con insuficiencia cardíaca. Personalmente soy más optimista y creo que tendremos evidencia antes en insuficiencia cardíaca.
P. En caso de tratamiento con las distintas alternativas de vitamina D, ¿qué características debería tener el tratamiento de elección?
R. Deben tener una buena absorción y proporcionar rápidamente el elemento activo. Es decir, que no necesiten muchos pasos de metabolismo en sangre para ser efectivo. Se ha podido comprobar en algunos casos que los niveles bajos de vitamina D son malos para la evolución de los enfermos desde el punto de vista cardiovascular. Sin embargo, se han llevado a cabo estudios prospectivos y randomizados con suplementos de vitamina D donde se utilizan fármacos no muy adecuados cuyos resultados enfrían el interés de la comunidad cardiológica. Con los compuestos que existen ahora en el mercado se podría demostrar su efectividad de forma positiva.
P. ¿Cree que ahora, más que nunca, hay que incidir en la concienciación en torno a la vitamina D?
R. Respecto a la importancia de los niveles de 25-OH-D, existe más concienciación en Reumatología, Nefrología, Endocrinología y en Atención Primaria que en Cardiología. La vitamina D es una asignatura pendiente de la Cardiología.
P. Algunos tratamientos crónicos empleados en los planes terapéuticos, como son los corticoides, también pueden contribuir a estados carenciales de vitamina D. ¿Cómo solventar o abordar estas situaciones clínicas?
R. Los tratamientos cardiológicos no son especialmente perjudiciales para los niveles de vitamina D, pero lo que sí existe son pacientes con riesgo más alto que otras especialidades. Sin embargo, no se determinan los niveles de 25-OH-D en consulta. El cardiólogo no suele pedir los niveles de vitamina en sus analíticas de seguimiento.
“La vitamina D es una asignatura pendiente de la Cardiología”.
P. ¿Existen evidencias de que tanto en modo preventivo como en el tratamiento activo de las formas clínicas leves y moderadas de la COVID-19, la vitamina D mejora los síntomas de la enfermedad y previene sus complicaciones? ¿Existen asociación con los eventos cardiovasculares?
R. Se han hecho muchos estudios, pero ninguno ha reflejado un mayor riesgo desde el punto de vista cardiovascular. La COVID-19 desata una ‘tormenta’ de eventos trombóticos que son, sobre todo, el tromboembolismo venoso y el trombolismo pulmonar, pero también algunos infartos con mucha trombosis. Ahora bien, no existe una asociación a tres bandas de vitamina D, COVID y salud cardiovascular.