Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 03 de enero de 2020 h |

La fenilcetonuria (PKU) es una enfermedad rara metabólica que hace que las personas afectadas no puedan procesar las proteínas. Un mal control de la patología puede tener consecuencias a nivel neurológico. Álvaro Hermida, especialista de la Unidad de Enfermedades Metabólicas Congénitas del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS), explica a GM el abordaje de esta patología, que protagoniza a nivel internacional una campaña promovida por la Federación Española de Enfermedades Metabólicas Hereditarias con el apoyo de la compañía Biomarin.

Pregunta. ¿Qué dificultades plantea el diagnóstico de esta enfermedad?

Respuesta. Desde la década de los 80, en nuestro país existe un Plan Nacional de Cribado Neonatal que contempla la detección precoz de la fenilcetonuria en todos los recién nacidos, gracias al cual detectamos precozmente e iniciamos tratamiento dietético a todos los pacientes con esta patología. Otro asunto es aquellos pacientes mayores de 45-50 años con secuelas derivadas de una enfermedad no diagnosticada y que no están identificados aun a día de hoy. El diagnóstico en ese caso sería sencillo a través de una determinación de aminoácidos en sangre que puede llevarse a cabo mediante el test de gota seca. Pero el primer paso sería que su médico habitual sospechase la enfermedad.

Nuestra principal dificultad a día de hoy es diagnosticar las complicaciones que se asocian a un mal control de la enfermedad cuando los pacientes han alcanzado ya el desarrollo neurocognitivo pleno (alrededor de los 8-12 años). Nos referimos fundamentalmente a síntomas de la esfera emocional-afectiva (ansiedad, depresión, impulsividad…) o neurológica (incapacidad para focalizar la atención, trastornos memoria, dificultad para concentrarse, etc. En resumen una discapacidad para ejecutar tareas en ámbito académico, laboral o doméstico, entre otras.

P. ¿Ante qué tipo de señales es importante estar alerta?

R. La acumulación de fenilalanina en sangre afecta fundamentalmente a las funciones cerebrales. Un niño con fenilcetonuria que no haya comenzado o no esté cumpliendo con el tratamiento adecuadamente verá retrasado su desarrollo neurológico motor y cognitivo, en ocasiones acompañado de crisis convulsivas. En los casos más severos pueden llegar a ocasionar importantes secuelas psicomotoras que condicionan un cuadro grave de dependencia.

Como comentábamos, alcanzada la adolescencia estas secuelas no son tan graves y esto ocasiona que en muchos casos, jóvenes y adultos comiencen a abandonar las recomendaciones dietéticas que permiten tener controlados sus niveles de fenilalanina. En este caso, los síntomas a los que debemos prestar especial atención son los cambios repentinos de humor, la tendencia a la agresividad, un peor rendimiento escolar/laboral, temblores finos en extremidades o trastornos del sueño por ejemplo.

P. Una vez que se detecta un caso, ¿qué protocolo se sigue a nivel familiar?

R. Una vez se diagnostica un recién nacido con sospecha de fenilcetonuria, lo que ocurre ya en los primeros días de vida, inmediatamente se inicia con un régimen dietético estricto basado en la restricción de proteínas de origen natural y sustitución por complementos nutricionales sustitutivos exentos en fenilalanina y suplementados con elementos esenciales para el desarrollo del niño. Paralelamente a esta medida, se busca confirmar la sospecha inicial generalmente a través de un diagnóstico genético. En algunos casos, la elevación de fenilalanina se debe a un déficit de un cofactor llamado tetrahidrobiopterina y algunos pacientes fenilcetonúricos se benefician de iniciar tratamiento no solo con la dieta y los suplementos nutricionales, sino también con sapropterina, una chaperona de administración oral que ayuda al mejor funcionamiento de la enzima malfuncionante.

P. ¿Existe algún tratamiento efectivo?

R. El pilar del tratamiento a día de hoy para la fenilcetonuria sigue siendo el tratamiento dietético restrictivo en fenilalanina y suplementado con fórmulas artificiales de aminoácidos.

Ocurre a menudo, que vivir permanentemente sujeto a esta dieta y los controles periódicos hace que muchos pacientes comiencen a abandonar los hábitos dietéticos ya en la adolescencia mientras los especialistas asistimos a una progresiva pérdida de control metabólico y, en no pocos casos, pérdida incluso del seguimiento del paciente, quien no llega a identificar bien las consecuencias de dicho abandono.

Hoy disponemos de fórmulas de aminoácidos más equilibradas nutricionalmente y con mayor palatabilidad o del glicomacropéptido, procedente del suero de la leche, con bajo contenido en fenilalanina y un sabor más agradable.

Lo último aprobado por la EMA es la pegvaliasa, que sustituye la enzima defectuosa y logra que un alto porcentaje de pacientes alcancen un control pleno tras los primeros meses de tratamiento y en muchos casos una ingesta de proteínas similar a la dieta normal. Aún en desarrollo preclínico se sitúan la terapia génica, el tratamiento enzimático oral sustitutivo y los probióticos modificados genéticamente.