La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es la tercera causa de mortalidad en el mundo, especialmente en pacientes de edad avanzada, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además presenta un elevado impacto negativo en la calidad de vida de las personas y está asociada con un aumento significativo en el riesgo de muerte prematura, lo cual subraya la importancia de un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado para reducir complicaciones fatales.
En este contexto, y con el fin de buscar mejoras para los pacientes con EPOC, un estudio publicado la revista Cells y liderado por el Instituto de Investigación del Hospital del Mar en el que han participado varios grupos del área de Enfermedades Respiratorias del CIBER (CIBERES) ha revelado que los pacientes con EPOC que fallecen presentan, años antes, un patrón en su sangre caracterizado por una treintena de proteínas, que los distingue de otros pacientes con la misma patología. Este conjunto de proteínas, vinculadas al sistema inflamatorio y a la coagulación, se convierte en un potente predictor de mortalidad a largo plazo, con una precisión superior al 90 por ciento.
“Hasta ahora, los marcadores clínicos que tenemos para predecir el pronóstico de los pacientes con EPOC suelen estar relacionados con situaciones visibles, como infecciones recurrentes o pérdida de peso significativa”, explica a Gaceta Médica Joaquim Gea, jefe emérito del Servicio de Neumología del Hospital del Mar e investigador del CIBERES, quien añade que “estos indicadores, aunque útiles, ofrecen una capacidad de predicción limitada y generalmente solo en el corto plazo, ya que se detecta que el paciente no está bien cuando ya la evolución es desfavorable en cuestión de meses”.
Identificar el pronóstico
Respecto a análisis de laboratorio, el investigador indica que actualmente no se dispone de marcadores sanguíneos que ofrezcan un pronóstico fiable a largo plazo para la EPOC. “El objetivo de este estudio es que, en un futuro, estos marcadores puedan estar disponibles en consultas de Atención Primaria y que con solo unas pocas proteínas, los médicos puedan identificar a aquellos pacientes que necesitan un seguimiento más estrecho, al prever que en un plazo de cuatro o cinco años su salud podría deteriorarse significativamente”, afirma Gea.
Las muestras analizadas correspondían a pacientes con EPOC en estado de estabilidad, de los cuales un tercio eran mujeres y la edad promedio era de 69 años. Entre las principales comorbilidades se encontraban las enfermedades cardiovasculares, la apnea del sueño y la diabetes. Las complicaciones respiratorias y cardiovasculares fueron las causas de muerte en el transcurso de cuatro años. Se realizaron análisis de sangre que identificaron un total de 363 proteínas y péptidos, de los cuales solo 31 mostraron variaciones significativas. Estas proteínas estaban principalmente relacionadas con el sistema inflamatorio-inmunitario y con marcadores de coagulación.
“Uno de los enfoques que se ha explorado consiste en identificar candidatos específicos que puedan ayudarnos a predecir el pronóstico de los pacientes, pero cuando se ha seguido este enfoque, seleccionando biomarcadores que inicialmente parecían tener potencial pronóstico, los resultados no fueron satisfactorios”, señala el investigador. “En cambio, adoptamos un enfoque más amplio y exhaustivo, un rastreo ciego de marcadores proteicos en la sangre, es decir, no nos centramos en proteínas específicas de antemano, sino que analizamos de manera masiva las proteínas presentes en la sangre de los pacientes, cuando aún estaban bien, sin ningún indicio clínico que sugiriera un mal pronóstico a cinco años”. Esta sangre analizada se extrajo en ese momento y se almacenó congelada para realizar el análisis posteriormente.
Con esta información, se desarrollaron diversos modelos para predecir la mortalidad de los pacientes con EPOC, utilizando un programa asistido por inteligencia artificial (IA) creado por el Grupo de Investigación en Informática Biomédica (GRIB) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y el Instituto de Investigación del Hospital del Mar. Las 31 proteínas diferenciales detectadas permitieron predecir la mortalidad a cuatro años con una precisión del 90 por ciento, mientras que, utilizando un modelo que seleccionó 10 proteínas mediante IA lograron una precisión aún mayor, del 95 por ciento con las proteínas asociadas a la coagulación y del 89 por ciento en aquellas relacionadas con la inflamación.
Impacto en la práctica clínica
Uno de los aspectos más llamativos de la investigación, señala Gea, es la destacada presencia de proteínas de coagulación, “lo que sugiere que muchos pacientes con EPOC no mueren únicamente por causas respiratorias, sino que también enfrentan complicaciones cardiovasculares”, destaca. Esto plantea la necesidad de prestar especial atención a la salud cardiovascular de estos pacientes.
“Es posible que en futuras guías clínicas se considere la inclusión de tratamientos con antiagregantes plaquetarios, como la aspirina o la heparina, así como otros medicamentos nuevos en esta categoría”, asegura el especialista. Esta perspectiva subraya la importancia de no limitarse a pensar que las muertes en pacientes con EPOC son solo consecuencia de problemas respiratorios, sino que también reflejan una serie de complicaciones que afectan el sistema cardiovascular. Según Gea, este es un aspecto que aún no está plenamente integrado en la conciencia de la comunidad médica, y su reconocimiento es fundamental para mejorar la atención clínica.
“Es posible que en futuras guías clínicas se considere la inclusión de tratamientos con antiagregantes plaquetarios, como la aspirina o la heparina, así como otros medicamentos nuevos en esta categoría”
“Es fundamental identificar a los pacientes con alto riesgo de mortalidad en los próximos cinco años, ya que esto permitirá a los médicos de Atención Primaria, que suelen evaluar a los pacientes cada dos o tres meses, y a los especialistas, que los revisan una vez al año, realizar un seguimiento más estrecho de estos individuos”, subraya el investigador. Tal y como indica, con la implementación de un kit que permita solicitar, de manera similar a cómo se piden pruebas de glucosa, urea y transaminasas en análisis de rutina, la medición de estas diez proteínas, los médicos podrán monitorizar más eficazmente la salud de los pacientes con EPOC.
“Es crucial iniciar un debate sobre la necesidad de modificar el tratamiento para aquellos pacientes identificados como de alto riesgo de mortalidad, ya que actualmente las guías clínicas son elaboradas por diferentes especialidades: los neumólogos se encargan de las guías respiratorias, mientras que los cardiólogos desarrollan las guías cardiovasculares”, menciona Gea, que añade que “sin embargo, los pacientes a menudo presentan alteraciones que afectan a múltiples sistemas”. Es necesario discutir la inclusión de tratamientos, como la antiagregación plaquetaria, en las pautas de manejo de estos pacientes, ya que podrían mejorar significativamente su pronóstico.
Ampliar el estudio
Actualmente, el estudio avanza hacia una nueva fase que incluirá una cohorte más amplia, compuesta por más de 200 pacientes, tanto casos como controles. “A menudo, realizar investigaciones en un solo hospital puede generar desconfianza en los resultados y, por ello, tanto el estudio inicial como el más extenso han sido llevados a cabo en un grupo de hospitales de referencia en toda España, lo que lo convierte en un trabajo muy representativo”, detalla Gea. “El objetivo ahora es validar los hallazgos con una cohorte más amplia para confirmar su consistencia y, una vez que se logre esta validación, los siguientes pasos incluirán la disponibilidad de los hallazgos tanto para la industria biotecnológica nacional como para el sistema de salud”, concluye el experto.
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