En el último encuentro de la sociedad americana de hematología, (ASH, por sus siglas en inglés), los expertos analizaron, entre otros muchos asuntos, los nuevos datos del estudio GLOW en leucemia linfocítica crónica (LLC). Según los últimos resultados, la combinación de ibrutinib y venetoclax ganaba así posiciones en pacientes mayores de 65 años con esta patología.

Lucrecia Yáñez, especialista del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.

Recientemente la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia celebraba su encuentro anual Post ASH para repasar las principales novedades, entre otras, las relativas al abordaje de esta enfermedad.

En este contexto, GACETA MÉDICA ha entrevistado a Lucrecia Yáñez San Segundo, del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, que explica la evolución en el tratamiento de la LLC.

La experta asegura que el panorama de la leucemia linfocítica crónica ha cambiado mucho en los últimos diez años. “Hasta entonces tratábamos a los pacientes con quimio-inmunoterapia y, hoy en día, les tratamos con otro tipo de medicaciones controlan mejor la enfermedad”, remarca.

La hematóloga añade que, además, estos otros tratamientos principalmente se administran por vía oral, de modo que para los pacientes es más cómodo. “Evitan venir al hospital para ponerse medicación en vena y su calidad de vida mejora sustancialmente”, destaca.

Dentro de las ventajas que tienen los nuevos tratamientos, además de esa calidad de vida, hay que destacar que son muy activas frente a aquellas enfermedades que tenían peor pronóstico, según detalla. “Actúan de una forma diferente a la quimio-inmunoterapia y consiguen controlar mucho mejor la enfermedad en pacientes de mayor riesgo, con supervivencias mucho mayores que las que teníamos hasta hace cinco o diez años”, indica.

Con respecto a las dificultades en el manejo de estos pacientes, quizá la mayor complejidad se presenta cuando los especialistas tienen que utilizar también medicación por vena. “Al final, este tipo de tratamientos obligan a venir al hospital al menos una vez al mes, durante unos seis meses. Para el paciente influye en su calidad de vida y, además, este tipo de tratamientos pueden tener efectos secundarios que dificultan su administración”, añade.

Yáñez diferencia dos grandes grupos de terapias en el abordaje de la LLC. En uno de ellos, la terapia se toma de manera indefinida hasta que el medicamento deja de hacer efecto o hasta que aparece un efecto secundario que obliga a suspender la medicación.

Tratamientos con duración limitada

Por otro lado, señala que hay tratamientos de tipo finito. “En este caso, el paciente permanece uno o dos años con una combinación de fármacos que nos permite discontinuar el tratamiento”, concreto. En este último grupo se sitúa la combinación de ibrutinib y venetoclax que analizan los estudios GLOW y CAPTIVATE.

La hematóloga no pasa por alto la necesidad de hacer un buen uso de los recursos. “El problema de todos los fármacos que tenemos a nivel oncológico es el coste que tienen buena parte de ellos. Tenemos que pensar que el gasto sanitario cada vez se incrementa más y tenemos que ver la manera de contribuir a que se reduzca”, remarca.

Según su análisis, “el hecho de que sea un tratamiento finito y que el paciente no tenga que acudir al hospital para recibirlo mejora no solo la calidad de vida, sino que también reduce gastos directos, como por ejemplo los que ocasiona el hospital de día, así como gastos indirectos a las familias, como el hecho de que un acompañante tenga que solicitar un día libre para llevar al paciente al hospital, desplazamiento, etc.”, cuenta la experta

“Estas terapias finitas, que están cerca de llegar, establecen la administración de dos fármacos y el tratamiento es de 15 meses”, añade.

Eficaz en grupos especiales

“Los resultados a cuatro o cinco años de seguimiento que han sido presentados en el último congreso americano de hematología nos indican que se trata de un tratamiento muy eficaz en todos los subgrupos, incluido en pacientes con alteración genética o molecular de alto riesgo, que sabemos que con la quimio-inmunoterapia van a ir mal”, advierte. “Estos pacientes, incluso discontinuando el tratamiento tienen supervivencias libres de progresión mucho más largas”, indica.

En la misma línea, apunta que esta fórmula “parece eficaz en pacientes mayores, más frágiles y con otras medicaciones”. En definitiva, remarca que supondría un cambio relevante “el hecho de poder administrar también estos tratamientos a otros grupos, cada uno con sus particularidades que habrá que individualizar”. “Creemos que va a ser un paso muy importante para estos pacientes”, concluye Lucrecia Yáñez.


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